HUMAN RIGHTS WATCH

Afganistán: Bajas civiles por ataques aéreos

Los ataques aéreos provocan el rechazo popular y socavan los esfuerzos de protección

(Nueva York, 8 de septiembre de 2008) – Las muertes de civiles en Afganistán provocadas por los ataques aéreos de Estados Unidos y la OTAN casi se triplicaron de 2006 a 2007, y los recientes ataques aéreos mortales han agravado el problema y fomentado el rechazo popular, señaló Human Rights Watch en nuevo informe publicado hoy. El informe también condena el uso de “escudos humanos” por parte de los talibanes en violación de las leyes de la guerra.

Aunque los cambios operacionales defendidos por Human Rights Watch han reducido la tasa de bajas civiles desde que alcanzaron su máximo en julio de 2007, la continuación de las tragedias, como el ataque del 6 de julio de 2008 contra personas que celebraban una boda o el bombardeo de Azizabad, el 22 de agosto de 2008, han debilitado considerablemente el apoyo local a los esfuerzos de las fuerzas internacionales por velar por la seguridad en Afganistán.  
 
El informe de 43 páginas, “‘Troops in Contact’: Airstrikes and Civilian Deaths in Afghanistan” (“Tropas en contacto”: Ataques aéreos y muertes de civiles en Afganistán) analiza el uso de ataques aéreos de las fuerzas de EE.UU. y la OTAN y las bajas civiles resultantes, especialmente cuando se emplean para compensar la falta de tropas sobre el terreno y durante situaciones de emergencia. Human Rights Watch concluyó que muy pocas bajas civiles fueron consecuencia de ataques aéreos planeados, y que la mayoría fue provocada por ataques no planificados.  
 
“Los ataques aéreos de respuesta rápida han conllevado un mayor número de bajas civiles, y cada bomba arrojada sobre zonas pobladas amplía las posibilidades de errores”, señaló Brad Adams, director para Asia de Human Rights Watch. “Los errores cometidos por Estados Unidos y la OTAN han reducido drásticamente el respaldo popular al gobierno afgano y la presencia de fuerzas internacionales que velan por la seguridad de los afganos”, agregó.  
 
El informe documenta cómo las fuerzas insurgentes han contribuido al número de bajas civiles provocadas por ataques aéreos movilizando a sus tropas en aldeas pobladas, en ocasiones con la intención específica de proteger a sus fuerzas de los contraataques, lo que constituye una grave violación de las leyes de la guerra. Human Rights Watch descubrió varios casos en que fuerzas talibanes emplearon deliberadamente escudos humanos para disuadir los ataques de EE.UU. y la OTAN.  
 
En 2006, al menos 929 civiles afganos resultaron muertos en combates relacionados con el conflicto armado. De ellos, al menos 699 murieron durante ataques talibanes (lo que incluye atentados suicidas y otros atentados con bomba dirigidos ilegalmente contra civiles) y al menos 230 murieron durante ataques aéreos de EE.UU. y la OTAN. En 2007, al menos 1.633 civiles afganos perdieron la vida en combates relacionados con el conflicto armado. De ellos, unos 950 murieron durante ataques lanzados por distintas fuerzas insurgentes, entre ellos los talibanes y al-Qaeda. Al menos 321 murieron a causa de los ataques aéreos de EE.UU. y la OTAN. Por lo tanto, las bajas civiles provocadas por los ataques aéreos de EE.UU. y la OTAN casi se triplicaron de 2006 a 2007.  
 
En los primeros siete meses de 2008, al menos 540 civiles afganos murieron en combates relacionados con el conflicto armado. De ellos, al menos 367 murieron durante ataques lanzados por distintas fuerzas insurgentes y 173 durante los ataques de EE.UU. y la OTAN. Al menos 119 civiles resultaron muertos por los ataques aéreos y la OTAN. En todos los períodos citados, Human Rights Watch ha usado las cifras más conservadoras disponibles.  
 
Human Rights Watch criticó la deficiente respuesta de los oficiales estadounidenses cuando se producen bajas civiles. Antes de realizar una investigación de los ataques aéreos que provocaron pérdidas de vidas civiles, los oficiales estadounidenses suelen negar inmediatamente la responsabilidad por las muertes y atribuirla totalmente a los talibanes. Las investigaciones realizadas por EE.UU. han sido unilaterales, lentas y carentes de transparencia, lo que ha socavado en lugar de mejorar las relaciones con la población local y el gobierno afgano. Un deficiente sistema de asistencia a las víctimas no ha compensado puntualmente ni adecuadamente a los civiles afectados por las acciones militares de Estados Unidos.  
 
“Estados Unidos tiene que poner fin a los errores que están matando a tantos civiles”, señaló Adams. “EE.UU. debe asumir también la responsabilidad, lo que incluye compensar puntualmente a los afectados cuando sus ataques matan a civiles afganos. Aunque los escudos humanos de los talibanes influyen en algunas muertes de civiles, Estados Unidos no debe utilizarlos como excusa para no adoptar mejores precauciones. En definitiva son sus bombas las que están matando a civiles”, agregó.  
 
Human Rights Watch concluyó que muy pocas bajas civiles se habían producido como consecuencia de ataques aéreos planificados contra presuntos objetivos talibanes. En cambio, la mayoría de los casos de muertes de civiles por ataques aéreos ocurrieron durante ataques rápidos y de respuesta rápida, que se lanzaron sobre todo para apoyar a “tropas en contacto”—tropas terrestres bajo ataque insurgente. Dichos ataques no planificados incluyeron situaciones en que unidades de las fuerzas especiales de EE.UU.—normalmente poco numerosas y con armamento ligero—fueron atacadas por los insurgentes; en los ataques de EE.UU. y la OTAN en persecución de fuerzas insurgentes que se habían retirado a aldeas pobladas; y en los ataques en los que se aplicaron las reglas de combate de Estados Unidos sobre “autodefensa anticipatoria”.  
 
Las consecuencias de los ataques aéreos van más allá de las muertes de civiles. Por ejemplo, una investigación del gobierno afgano concluyó que dos batallas libradas en un período de tres días, desde el 30 de abril de 2007, en el distrito de Shindand provocaron la destrucción de numerosos hogares. En cada uno de los casos investigados por Human Rights Watch en los que los ataques afectaron a las aldeas, muchos civiles tuvieron que abandonar el lugar debido a los daños en sus casas y el temor a nuevos ataques. Los residentes en aldeas vecinas también huyeron en ocasiones por miedo a nuevos ataques contra sus casas. Esto ha generado un gran número de personas internamente desplazadas.  
 
En respuesta a la preocupación popular y las quejas del Presidente Hamid Karzai, en julio de 2007, la Fuerza Internacional de Asistencia de Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés) anunció varios cambios en las tácticas de selección de objetivos. Estos cambios incluyen el empleo de municiones más ligeras, retrasar los ataques cuando se corra el peligro de herir a civiles y transferir los registros casa por casa al Ejército Nacional Afgano. Un examen de las pruebas disponibles indica que los cambios han tenido cierta repercusión, ya que se produjo una caída significativa de las bajas civiles provocadas por ataques aéreos en la segunda mitad de 2007, a pesar del aumento del tonelaje global de las bombas arrojadas.  
 
Human Rights Watch recibió de manera positiva los cambios en la selección de objetivos, pero sigue preocupado por las constantes bajas civiles provocadas por los ataques aéreos, especialmente teniendo en cuenta que este verano ha aumentado drásticamente el número de ataques aéreos y se han disparado las cifras de muertos y heridos.  
 
Human Rights Watch instó a EE.UU. y la OTAN a que aborden el aumento de las bajas civiles provocadas por ataques aéreos no planificados, y resuelvan los problemas constantes en la valoración de los daños colaterales sobre el terreno y la aplicación incoherente de sus reglas de combate.  
 
“Los recientes ataques aéreos que han matado a docenas de afganos demuestran claramente que el sistema sigue sin funcionar y los civiles continúan pagando el precio en última instancia”, señaló Adams. “Las muertes de civiles provocadas por los ataques aéreos son un argumento para el reclutamiento de los talibanes y corren el riesgo de debilitar terriblemente el esfuerzo internacional para velar por la seguridad fundamental de la población de Afganistán”, agregó.  



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