El presidente chino, Xi Jinping, se encuentra de visita en Europa esta semana y, como suele ocurrir en estas reuniones de alto nivel, los líderes europeos evitan enérgicamente las palabras «derechos humanos» y «crímenes contra la humanidad».
Ayer, el dirigente chino mantuvo reuniones con el presidente francés, Emmanuel Macron, incluida una reunión trilateral con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Al parecer, no se mencionaron los derechos humanos en ninguna parte. El fracaso de los líderes europeos es tan alarmante como sorprendente.
Es alarmante porque la situación de los derechos humanos bajo el gobierno de Xi Jinping ha sido cada vez más brutal. Su gobierno ha cometido crímenes contra la humanidad -incluidas detenciones masivas, trabajos forzados y persecución cultural- contra uigures y otros musulmanes turcos en la provincia de Xinjiang. También ha borrado las libertades de Hong Kong. Miles de críticos en toda China están entre rejas.
El fracaso de los líderes europeos tampoco sorprende porque ya lo hemos visto muchas veces. Hace sólo unas semanas, el Canciller alemán, Olaf Scholz, estuvo en Pekín, donde tampoco mencionó las graves violaciones de los derechos humanos en China.
Como siempre, el comercio dominó ayer las conversaciones entre la UE y China. Hubo discusiones sobre los posibles aranceles de la UE a las subvenciones chinas a los vehículos eléctricos y una amenaza china de tomar represalias contra productos como el coñac francés.
El comercio es importante.
Nadie lo niega.
Pero algo parece ocurrirles a los altos dirigentes de la UE cuando se reúnen con su homólogo chino. No es que teman sacar a relucir temas difíciles. Los asuntos comerciales de los que hablaron ayer fueron tensos y espinosos, al igual que las discusiones sobre la invasión rusa de Ucrania, que también plantearon.
Pero cuando se trata de las violaciones de los derechos humanos por parte de China, a los líderes de la UE por alguna razón se les traba la lengua.
Es como si los dirigentes de la UE hubieran olvidado su propio poder: que la UE representa aproximadamente una sexta parte de la economía mundial y que la interconexión de las economías china y europea -dos de las tres mayores del mundo- no es algo que Pekín quiera destrozar por capricho.
Una vez más, los líderes de la UE se han comportado como si simplemente estuvieran demasiado asustados para pronunciar siquiera las palabras "derechos humanos" o "crímenes contra la humanidad" en presencia de Xi.
Vaya liderazgo.