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Casi 1,000 hombres, mujeres, niños y niñas están atrapados en Asha Kiran, la mayoría de los cuales vivirán allí toda su vida. Algunos están confinados en una cama con actividad limitada o nula y corren el riesgo de sufrir un retraso irreversible en su desarrollo físico, intelectual, emocional y social. © 2023 Shantha Rau Barriga/Human Rights Watch

"No existe una política de salida".

En una breve frase, un miembro del personal resumió así el problema central de Asha Kiran, un centro de acogida para personas con discapacidad gestionado por el gobierno en Delhi, India. La mayoría de las personas que languidecen allí han sido abandonadas por sus familias y no tienen más remedio que permanecer institucionalizadas.

Las condiciones son desalentadoras para las personas atrapadas en Asha Kiran. Cerca de 1.000 hombres, mujeres y niños están recluidos en un centro destinado a albergar a 570 personas. El hacinamiento, la falta de higiene y de personal debidamente capacitado agravan los problemas.

Algunos están confinados en una cama, con actividad limitada o nula, y corren el riesgo de sufrir un retraso irreversible en su desarrollo físico, intelectual, emocional y social. Y la mayoría de ellos vivirán toda su vida allí, en Asha Kiran.

Un giro estremecedor es que Asha Kiran significa literalmente "rayo de esperanza".

Institucionalizar a una persona con discapacidad sin su consentimiento es una forma de detención arbitraria, es decir, de encarcelamiento sin delito. Los residentes de Asha Kiran permanecen recluidos tras puertas cerradas con llave, con escasas o nulas oportunidades de salir al exterior o incluso de moverse por las instalaciones. Cuando mis colegas de HRW los visitan, el personal les dice muy claramente: es como una prisión.

Y, por supuesto, Asha Kiran no es un caso aislado en India. Hay cientos de instituciones de custodia como ésta para personas con discapacidad en todo el país. Y lo que es peor, las autoridades invierten dinero en la construcción de nuevas instituciones y en la reforma de las existentes para albergar a cada vez más personas.

Este planteamiento es contrario a las obligaciones de India en virtud del derecho internacional, incluida la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. 

Lo que las autoridades deberían hacer, en cambio, es sacar a la gente de estos centros carcelarios financiando servicios comunitarios que apoyen el derecho de estas personas a una vida independiente.

Pero, después de todo, hay un "rayo de esperanza" en esta historia. El consejo de gobierno de Asha Kiran, en sus últimas reuniones de 2023, reconoció formalmente sus obligaciones y resolvió hacer un cambio. Adoptaron recomendaciones históricas para crear y aplicar un plan de acción que pusiera fin a este almacenamiento de por vida de personas con discapacidad.

El plan consistiría en desarrollar servicios de vida asistida voluntarios y basados en la comunidad, así como otras formas de apoyo para que las personas con discapacidad intelectual y psicosocial puedan vivir de forma independiente en sus comunidades. 

El gobierno de Delhi tiene ahora que actuar con rapidez en relación con estas recomendaciones críticas de la junta de gobierno.

En última instancia, el "rayo de esperanza" es que se respeten los principios de los derechos humanos y se reconozca y respete la dignidad de estas personas.

 

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