En los últimos siete meses, las fuerzas israelíes han perpetrado ataques contra trabajadores humanitarios en Gaza, no una ni dos veces, sino una y otra vez.
El ataque de Israel contra el convoy de World Central Kitchen, en el que murieron siete trabajadores humanitarios el mes pasado, no fue en absoluto un "error" aislado. Según un nuevo informe de HRW, el ejército israelí ha atacado convoyes y locales de trabajadores humanitarios en al menos ocho ocasiones, matando o hiriendo al menos a 31 trabajadores humanitarios y a quienes estaban con ellos.
Es fundamental tener en cuenta que Israel está atacando ubicaciones conocidas de trabajadores humanitarios sobre el terreno. Los grupos de ayuda habían facilitado sus coordenadas a las autoridades israelíes mediante un proceso utilizado en zonas de guerra denominado "desconflicción". En la labor humanitaria, la idea básica es que los trabajadores humanitarios dicen a las partes beligerantes dónde están, y esas partes procuran evitar golpearlos en sus operaciones militares.
La comunicación entre las partes beligerantes y el personal humanitario que trabaja en la zona de guerra es esencial, pero cuando se produjeron los ataques descritos en el nuevo informe, las autoridades israelíes no avisaron con antelación a ninguna de las organizaciones de ayuda. Ocho ataques contra trabajadores de ayuda humanitaria sugieren -como mínimo- fallos fundamentales en el sistema de desconflicción.
Si el gobierno de Israel está preocupado por este patrón de ataques contra trabajadores humanitarios, debería permitir que expertos internacionales lleven a cabo una revisión independiente del proceso militar de desconflicto humanitario.
Los aliados de Israel deberían presionar a Israel para que lo haga y no simplemente porque es lo correcto, sino también porque pueden estar directamente relacionados con estos ataques militares. En al menos uno de estos incidentes, Israel aparentemente hizo uso de armas y otros equipos proporcionados por Estados Unidos.
La semana pasada, el presidente estadounidense Joe Biden anunció que su administración había "retenido" al menos un envío de 3.500 bombas y proyectiles de artillería a Israel. Esta pausa parcial en las transferencias de armas no fue lo suficientemente lejos, pero fue un paso en la dirección correcta.
Otros aliados también han revisado sus políticas de suministro de armas a Israel. Canadá anunció que detendría futuras exportaciones de armas. Italia y España también detuvieron nuevas licencias. En Holanda, una demanda obligó al gobierno a suspender las ventas de piezas de aviones de combate F-35.
Todos los gobiernos deben suspender la asistencia militar y la venta de armas a Israel mientras sus fuerzas cometan violaciones sistemáticas y generalizadas de las leyes de la guerra -incluido el uso del hambre como arma de guerra- contra civiles palestinos.
Recuerden: los gobiernos que sigan proporcionando armas al gobierno israelí se arriesgan a ser cómplices de crímenes de guerra.
