Pamela Fabiana Cobas. Mercedes Roxana Figueroa. Andrea Amarante.
Estas tres mujeres murieron de forma horrible, después de que un hombre arrojara un cóctel molotov en la habitación de su pensión en Buenos Aires la semana pasada. Todas ellas eran lesbianas.
Cobas sufrió quemaduras graves y murió casi inmediatamente. Figueroa, su compañera, sufrió quemaduras que cubrían el 90% de su cuerpo y murió de insuficiencia orgánica dos días después del ataque. Amarante murió en el hospital el domingo. Una cuarta mujer, Sofía Castro Riglos, permanece en estado crítico.
Tras el atroz ataque, la gente ha exigido justicia y ha salido a las calles de la capital argentina.
La policía ha detenido a un sospechoso de 62 años. Aún no se ha dado a conocer el móvil del crimen, pero el odio contra lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT) ha ido en aumento últimamente en Argentina. Destacados políticos, incluidos algunos que ocupan altos cargos, han fomentado ese odio.
Un informe de 2023 destacaba el discurso anti-LGBT de miembros del partido político del presidente Javier Milei, así como en las redes sociales y en las calles, durante la campaña electoral presidencial del año pasado. Como candidato, el propio Milei arremetió contra la educación sexual y de género en términos apocalípticos. La actual ministra de Asuntos Exteriores, Diana Mondino, comparó la igualdad matrimonial con los piojos.
El informe concluyó que el aumento del discurso del odio en Argentina "construyó un clima de segregación, rechazo y discriminación; el terreno más fértil para la violencia hacia grupos históricamente vulnerables".
Esta atmósfera, envenenada por los políticos, ha venido contribuyendo a los ya elevados niveles de violencia contra las comunidades queer, mucho antes del ataque de la semana pasada.
Las demandas públicas de justicia en el caso de este horrible crimen dan en el clavo. Las autoridades deben llevar a cabo una investigación exhaustiva y transparente de los homicidios y garantizar atención médica y alojamiento adecuados a la mujer superviviente.
También hay que denunciar de forma exhaustiva y reiterada el fomento del odio por parte de los políticos y su política de utilizar a las minorías vulnerables como chivos expiatorios.
Los funcionarios del gobierno y otras personas que cuentan con una gran audiencia tienen una responsabilidad especial en este ámbito. Deben denunciar la retórica que estigmatiza a las mujeres queer y que contribuye a crear un clima en el que se las considera merecedoras de violencia.
Cualquier persona medianamente inteligente sabe lo que provoca el odio. Cualquier persona sensata sabe que debe condenarlo.