 Carta abierta a la comunidad de Human Rights Watch 11 de abril de 2002
El día de hoy marca un hito en la historia de la humanidad, la puesta en marcha de la Corte Penal Internacional. Partiendo del legado de Nüremberg, se trata de la culminación de diez años de trabajo por parte de miles de personas de todo el mundo-personas comprometidas con el concepto de que solo la justicia puede ayudar a cerrar las heridas de las víctimas, que la justicia es un elemento disuasorio esencial y efectivo de futuros abusos, y que un sistema internacional de justicia es un respaldo crítico para las iniciativas nacionales para pedir cuentas a los peores criminales de derechos humanos.
Durante años, los activistas de Human Rights Watch han encabezado iniciativas para la creación de la Corte Penal Internacional, un tribunal permanente que pudiera tener jurisdicción universal para juzgar a los responsables de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Estuvimos profundamente involucrados en las negociaciones de 1998 del tratado de Roma para el establecimiento de la CPI, ayudando a garantizar la aplicación de los máximos niveles del debido proceso y defendiendo la independencia de la corte frente a gobiernos como el de Estados Unidos, que se oponía a su establecimiento. Nos aliamos con muchos en esta empresa y recibimos el respaldo de muchos más.
Nosotros y nuestros colegas de todo el mundo nos enfrentamos a grandes obstáculos para llegar a este momento. No obstante, quizá todavía nos quede por delante el mayor desafío. Aunque se han establecido las reglas para un tribunal ejemplar, la tarea consiste ahora en garantizar que se aplican conscientemente estas reglas-que la corte se adhiere en su implementación a los valores y la autoridad moral que inspiraron su creación. Este es nuestro reto para el mañana. Pero de momento, celebremos el presente.
Atentamente,
Kenneth Roth
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