Por la razón y no la fuerza por José Miguel Vivanco «*» LO QUE HEMOS PRESENCIADO el pasado 11 de septiembre en Nueva York y Washington es un espectáculo dantesco de una violencia incalificable que merece una condena rotunda e inequívoca por parte de todos aquellos que creemos en el respeto por valores fundamentales. Aquí se ha cometido una horrenda masacre de miles de civiles inocentes que debe ser investigada y cuyos responsables deben ser identificados y castigados para evitar que en el futuro puedan repetirse actos similares.
José
Miguel Vivanco, Director Ejecutivo de la
División de las Américas de
Human Rights Watch
Me preocupa, sin embargo, que el Gobierno de los Estados Unidos, aparentemente con el afán de demostrar que no se deja intimidar por un acto de
terrorismo ciertamente brutal, tome el camino equivocado y se deje arrastrar por un deseo ciego de venganza para responder a una demanda popular de
linchamiento militar. Justamente en estas dolorosas
y difíciles circunstancias se ponen a prueba los principios y los gobernantes deben liderar al pueblo sin dejarse seducir por la conveniencia política.
Bush califica estos actos de terrorismo como una declaración de guerra contra la nación y advierte que los Estados Unidos 'no hará distinción entre los que cometen los ataques y aquellos que los cobijan' lo
cual, si no se aclara pronto, podría prestarse para justificar gravísimos abusos. Aunque cueste, siempre hay que hacer los esfuerzos para distinguir entre culpables e inocentes; entre los autores y los civiles que
viven en el mismo territorio; entre quienes cometen
estas atrocidades y aquellos que comparten sus creencias religiosas, raíces étnicas o nacionalidad. Y esto vale también para Afganistán. Es precisamente en circunstancias excepcionales como estas que no se puede descender a los niveles de los responsables de estos actos. Los principios no sólo existen para la normalidad, son especialmente sagrados durante la emergencia.
Hay quienes creen que en la lucha contra el terrorismo
y la defensa de una causa justa como pudiera ser paradojalmente la defensa de la libertad los fines justifican los medios a emplear. Sin embargo, esta es precisamente la lógica que sustenta el terrorismo. Por ello cualquiera
que sea la respuesta norteamericana a este acto de barbarie esta premisa debe ser claramente abandonada. Los Estados Unidos deben dar el ejemplo de razonabilidad, rescatando la vigencia de los principios que han sido
pisoteados por los terroristas, respetando la vida de seres
inocentes y la vigencia del derecho. Esta es la única
manera de impedir el triunfo de estos criminales. Ojalá
que en los Estados Unidos se imponga la razón y no la fuerza.
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