La práctica generalizada de la discriminación
sexual basada en el embarazo en el sector de las maquiladoras mejicanas
tiene sus raíces en el interés económico de las empresas
matrices. La discriminación se mantiene a causa de una confluencia
de intereses y necesidades: el interés económico de las empresas
matrices por que sus costos de producción sigan siendo tan bajos
como sea posible; el interés del gobierno de atraer y mantener la
inversión extranjera; y la desesperación de las mujeres por encontrar trabajo.
Los propietarios de las maquiladoras operan
en México sobre todo por el bajo costo que supone mantener un negocio
en esa zona. Los salarios bajos les permiten mantenerse operativos y hacer
que México sea atractivo para la inversión. Las compañías
estadounidenses se trasladaron al área fronteriza a finales de los
sesenta, atraídos principalmente por la posibilidad de reducir sus
costos de mano de obra. Las multinacionales estadounidenses se enfrentaban
al dilema de mejorar la productividad en casa o reducir los costos trasladándose
a "países del Tercer Mundo que ofrecían bajos costos, abundante
mano de obra (femenina). . ."2
Puede que el gobierno mejicano pase por
alto esta discriminación sexual a causa de las importancia de las
maquiladoras para la economía mejicana. En los primeros once meses
de 1995, el sector de maquiladoras generó 29.500 millones de dólares
(ee.uu.) en ganancias de la exportación mejicana. El sector de maquiladoras,
con 2.100 talleres,3 es la mayor fuente de dólares
de México, por encima del petróleo y el turismo.4
El gobierno mejicano se beneficia de las divisas fuertes que se embolsa
por el valor estimado de los productos terminados de las maquiladoras y
el empleo que el sector de maquiladoras ofrece a cientos de miles de mejicanos.
Además, propietarios y contratistas de las maquiladoras envían
dólares a México para pagar los salarios y otros gastos.5
Estos dólares se convierten en pesos para pagar los salarios de
los trabajadores.
La dependencia del gobierno mejicano en
los ingresos que aporta el sector de las maquiladoras,6
combinada con la discriminación sexual dentro del sistema legal
y social de México,7 supone una razón
de peso para no incentivar la resolución de la discriminación
basada en el embarazo. Es más, la falta de interés oficial
por ocuparse de este problema se ha extendido incluso al empleo en el sector
de la administración pública, como señaló y
condenó la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal
en 1995.8
Las propias trabajadoras tienen mucha reticencia
a protestar contra la discriminación sexual basada en el embarazo,
sobre todo por miedo a perder los puestos de trabajo que necesitan tan
desesperadamente.9 La tolerancia de las trabajadoras
a este trato discriminatorio tiene sus raíces en la propia desesperación
económica de las mujeres. A causa de su falta de educación
y de experiencia laboral previa significativa, las mujeres que trabajan
en el sector de maquiladoras no tienen casi ninguna posibilidad de ganar
un salario que les permita mantenerse ellas mismas y a sus familias, fuera
del sector de maquiladoras.10 Muchas de ellas
nos dijeron que se sienten afortunadas de tener trabajo y de recibir el
salario fijo que les aporta el trabajo en la maquiladora. El Gobierno de
México no ha garantizado que las mujeres que participan en el sector
de maquiladoras estén protegidas de la discriminación y que
su intimidad no sea invadida.
Las trabajadoras entrevistadas por Human
Rights Watch, la mayoría de las cuales no habían terminado
la educación básica,11 pensaban
que la única alternativa que tenían al trabajo en las maquiladoras
era trabajar en el servicio doméstico-empleos que conllevan un trabajo
físico considerable a cambio de una compensación monetaria
relativamente pequeña y escasas posibilidades de establecer un horario
fijo o derecibir beneficios médicos o seguridad social.12
Un estudio de 1978-1979 sobre mujeres en el sector de maquiladoras de Ciudad
Juárez, señala que de 510 casos estudiados, "sesenta por
ciento de las que tienen experiencia laboral empezaron a trabajar entre
los 13 y los 15 años como domésticas".13
Un estudio de 1989 a 1990 sobre 1.029 trabajadoras del sector de maquiladoras
del estado mejicano de Chihuahua señalaba que existía una
fuerte correlación entre el nivel educativo de las mujeres y sus
motivos para trabajar en el sector de maquiladoras. El estudio descubrió
que la mayoría de las trabajadoras que no habían terminado
la educación básica mencionaban como el factor que las motivó
a trabajar en el sector de maquiladoras la necesidad económica-78,6
por ciento en Ciudad Chihuahua y 63,5 por ciento en Ciudad Juárez.
También demostraba que incluso la mayoría de las que habían
acabado la educación básica-61,9 por ciento en Ciudad Chihuahua
y 63,5 por ciento en Ciudad Juárez-mencionaban los motivos económicos
como la razón principal para trabajar en el sector.14
Muchos de los ingresos de las trabajadoras
no son adicionales a los salarios de sus esposos o compañeros, sino
esenciales para mantener sus hogares y a sus hijos. Muchas de las mujeres
que entrevistamos trabajaban fuera de casa por primera vez y tenían
muy pocas aptitudes. Las posibilidades de estas mujeres cuando empiezan
a buscar trabajo están seriamente limitadas. Por ejemplo, en los
trabajos que tradicionalmente empleaban a obreros no calificados-como en
supermercados o en otros puestos del sector servicios-se está empezando
a exigir que los solicitantes hayan terminado la educación secundaria,
como mínimo.15 En el pasado, las maquiladoras
aceptaban a candidatos que sólo tuvieran estudios básicos,
pero no comprobaban normalmente si habían acabado la escuela. Ahora,
cada vez más maquiladoras exigen certificados de estudios de secundaria.16
Para las mujeres que trabajan actualmente en las maquiladoras, muchas de
ellas sin la ventaja de tener educación secundaria, este cambio
aparentemente sin importancia en los criterios de contratación podría
poner directamente en peligro su trabajo en el sector. No quieren correr
el riesgo de tener que buscar nuevos trabajos en el sector de maquiladoras
y no poder cumplir con los requisitos educativos mínimos.
El temor de las trabajadoras a enfrentarse
a la discriminación basada en el embarazo aumenta por el hecho de
que muchas de ellas han venido de lugares lejanos del interior de México
y no quieren correr el riesgo de ser despedidas por protestar contra las
prácticas de las maquiladoras. Muchas trabajadoras contaron a Human
Rights Watch que ellas y sus familias emigraron desde el interior de México
al área fronteriza para buscar, precisamente, trabajo en el sector
de maquiladoras. Las trabajadoras con las que hablamos en Tijuana habían
emigrado de otras áreas del sur de Baja California para buscar trabajo
en las maquiladoras. Este modelo se repetía en Chihuahua, donde
muchas mujeres y sus familias habían emigrado desde sitios tanlejanos
como San Luis Potosí, en el centro este de México para buscar
trabajo en las maquiladoras; y en el área de Matamoros-Reynosa-Río
Bravo, donde las trabajadoras venían de Veracruz y Guadalajara,
en el oeste y este de México, respectivamente, para buscar trabajo
en las maquiladoras. Como nos explicó una trabajadora de Sunbeam-Oster
de Matamoros:
Yo vengo de una familia de doce hijos.
Eramos muy, muy pobres, y mis padres no podían permitirse darle
estudios a todos sus hijos. Yo era la mayor y por eso deje los estudios
y ayudé en nuestra casa y en casas de vecinos para ganar un poco
de dinero. Tuvimos que salir de San Luis Potosí porque ya no había
nada de trabajo ni manera de alimentar a la familia. Todavía era
peor para las mujeres. Solo te contrataban para limpiar casas. Y eramos
nueve mujeres en la familia. Nuestra única esperanza era el trabajo
en las maquiladoras. Cuando llegamos aquí nos dimos cuenta de lo
malo que era, sin sitio donde vivir y trabajando como máquinas todo
el día. Pero no había nada a lo que regresar en San Luis
Potosí.17
El sector de maquiladoras mejicano se creó
en 196518 con los objetivos de industrializar
el área fronteriza del norte del país; ofrecer empleo a una
población en el norte de México ampliamente subempleada o
desempleada; y contener la oleada de inmigrantes ilegales que intentaban
cruzar la frontera de ee.uu. con México intentando conseguir trabajo
en Estados Unidos. Las maquiladoras del área fronteriza emplean
a más de 420.000 mejicanos en tareas de montaje; unas 242.000 son
mujeres. En todo el país, el sector de maquiladoras emplea a más
de 600.000 personas, más de 493.000 en tareas de montaje.19
En 1990, el 90 por ciento de todas las maquiladoras era parcial o totalmente
propiedad de compañías estadounidenses,20
aunque en los últimos cinco años tanto las firmas coreanas
como japonesas han aumentado su presencia en este sector.21
Hoy en día, muchas compañías
estadounidenses siguen trasladando su producción al área
de la frontera de Estados Unidos con México para aprovechar los
niveles salariales mejicanos. Por ejemplo, la devaluación en un
40 por ciento del peso mejicano el 20 de diciembre de 1994 hizo disminuir
los salarios en algunas maquiladoras hasta 5 dólares al día.22
Según Alfred Rich, presidente honorario de la Western Maquiladora
Trade Association, una organización de miembros de las maquiladoras
basada en San Diego, estos costos de producción menores facilitaron
que las maquiladoras redujeran sus costos salariales,23
lo que normalmente supone el 80 por ciento del coste de operación
de una maquiladora.24 El encargado de una maquiladora,
Productos MG de México,25 señaló
que después de la devaluación del peso, algunas compañías
mejicanas cerraron mientras que las maquiladoras siguieron abiertas y algunas
de ellas contrataron más trabajadores.26
De hecho, entre la devaluación de 1994 y marzo de 1996, las exportaciones
de las maquiladoras crecieron un 20 por ciento.27
El Presidente Ernesto Zedillo, enfrentándose
a las posibilidades de un deterioro económico mayor, ha alentado
a las compañías que invierten en las maquiladoras a que atraigan
nuevos inversores al sector.28 El Ministro de
Comercio, Herminio Blanco, citando la desesperación de los mejicanos
del sur del país por obtener trabajo y la posibilidad de pagar salarios
incluso más bajos allá que en los estados fronterizos, ha
mencionado el deseo de su gobierno de "maquiladorizar" el sur de México-es
decir, promoverlo como un centro de manufactura de manera a atraer inversores.29
La Preferencia por las Trabajadoras
Las mujeres siempre han constituido un
amplio porcentaje de la mano de obra de las maquiladoras, y alcanzaron
la estimable cifra de 80 por ciento a principios de los ochenta.30
Aunque la proporción dehombres que trabajan en las maquiladoras
ha aumentado continuamente desde los ochenta,31
las mujeres siguen siendo mayoría. Algunos estiman su participación
en un 70 por ciento en el área fronteriza de Matamoros-Río
Bravo-Reynosa, donde predominan los talleres de montaje de productos ligeros.32
Según activistas y organizadores de los trabajadores en México,
los empleadores buscan trabajadoras porque las consideran más diligentes
y trabajadoras que los hombres, y creen que sus manos están más
acostumbradas a ejecutar los movimientos repetitivos necesarios para memorizar
el trabajo de montaje.33 Algunos activistas laborales
descartan la idea de que se premia a las mujeres por su supuesta destreza
y ética en el trabajo, y en cambio señalan que se considera
que las mujeres están menos informadas sobre sus derechos, y por
lo tanto insisten menos en reclamarlos.34
Los empleadores de las maquiladoras reclutan
agresivamente a trabajadoras. Algunas compañías, como Zenith,
trw, y Delnosa (propiedad de General Motors), especifican en sus anuncios
de trabajo que son "sólo para mujeres". Los camiones de cada una
de estas compañías recorren los vecindarios anunciando con
megáfonos las ofertas de trabajo.35 La
investigación de otras prácticas de contratación en
las maquiladoras de otras áreas de México apoya la teoría
de que se busca a las mujeres para el trabajo de montaje ligero dentro
del sector de maquiladoras. Una analista del mercado laboral y socióloga
que entrevistó a trabajadoras de maquiladoras y estudió los
anuncios de trabajo a lo largo de los ochenta descubrió que existía
en Nogales, entonces el sexto mayor centro de maquiladoras de México,
un modelo de preferir a las mujeres para trabajos de montaje con bajos
salarios. Su estudio de los anuncios de trabajo que las maquiladoras publicaron
en el diario en español, La Voz del Norte, durante los ochenta
demostraba que "el 39 por ciento especificaba el sexo de la persona que
querían contratar. En más de las dos terceras partes de estos
casos había preferencia por las mujeres. . . Casi el 89 por ciento
eran trabajos de producción no calificados".36
Una antropóloga que estudió
a las mujeres del sector de las maquiladoras a finales de los setenta (lo
que incluyó trabajar durante dos meses en un taller de confección
de ropa en Ciudad Juárez) señaló que los encargados
de las maquiladoras afirmaban que contrataban mujeres por su nivel de aptitud,
rendimiento, docilidad y porque no tenían tendencia a inscribirse
en sindicatos; y que evitaban contratar hombres por su tendencia mayor
a formar parte de sindicatos y por ser reacios a tolerar condiciones de
trabajo inadecuadas y salarios bajos. El estudio concluía:
El empleo por parte de la industria de
maquiladoras de mujeres con graves necesidades económicas representa,
en términos objetivos, una utilización del sector más
frágil de la población para conseguir mayor productividad
y beneficios. El empleo de hombres en tareas similares exigiría
salarios más altos, mejores condiciones de trabajo y horarios de
trabajo más flexibles, todo lo cual aumentaría los costos
de producción y reduciría los beneficios del capital.37
El hecho de que las mujeres estén
dispuestas a soportar condiciones extremadamente malas con tal de conservar
sus trabajos, queda también en evidencia por las condiciones que
prevalecen en muchas fábricas sin que exista protesta o resistencia
significativa por parte de las trabajadoras. Trabajadoras de la fábrica
Erika en Reynosa nos hablaron, poniendo como condición que se respetara
su anonimato, de montaje de equipo médico sin estar equipadas con
mascarillas para protegerse de los vapores nocivos;38
trabajadoras del taller de Zenith en Reynosa nos contaron que sólo
recibían guantes para protegerse durante el trabajo de soldadura
cuando las visitaban sus patrones de Estados Unidos;39
trabajadoras del taller de itt en Río Bravo nos informaron que al
no utilizar protectores para los ojos cuando lubricaban las piezas de automóviles,
el aceite les caía habitualmente en los ojos;40
y las trabajadoras de la fábrica Erika en Reynosa se quejaron de
que solían marearse con los vapores en el lugar de trabajo pero
que no les permitían tomarse descansos.41
Varias mujeres de diferentes fábricas
nos contaron que les estaban pagando menos horas de las que realmente trabajaban;
denegando permisos para llevar a sus hijos al médico porque no eran
ellas las que estaban enfermas; pagando de menos por el trabajo extraordinario;
forzando a trabajar horas extraordinarias; dejando temporalmente sin trabajo
cuando había poco trabajo o los pedidos habían sido completados;
pidiendo que limpiaran los cuartos de aseo de la fábrica cuando
había poco trabajo; y forzando a firmar contratos de prueba con
una duración de treinta a noventa días antes de ofrecerles
un contrato definitivo.42
Los estudios oficiales sobre el papel de las trabajadoras en el sector de las maquiladoras de Ciudad Juárez, llevados a cabo por los profesores Jorge Carrillo y Alberto Hernández en los ochenta, confirman la idea ampliamente compartida de que se recluta a mujeres en el trabajo de montaje de las maquiladoras por la improbabilidad de que protesten por las condiciones de trabajo rigurosas. En su libro Mujeres fronterizas en la industria maquiladora, Carrillo y Hernández señalan que aunque los patrones y administradores de las maquiladoras alegan constantemente que contratan a mujeres por su paciencia, detallismo, y destreza, los hechos contradicen sus afirmaciones. Los autores concluyen:
Lo que en realidad significa todo esto, es que se ocupan mujeres porque soportan con mayor facilidad la carga de trabajo, y porque se les imponen grandes tareas de producción y ciertas condiciones que el hombre estaría menos dispuesto a aceptar. . .
Históricamente, los hombres se encargaban
de tareas comparables, lo que pone en entredicho la creencia expresada
por los patrones de las maquiladoras de que el hecho de que las mujeres
encajen mejor en este tipo de trabajo es el factor que los motiva para
contratarlas. De hecho, cuando los profesores llevaron a cabo su investigación,
escaseaban las trabajadoras en las maquiladoras de ciudades mejicanas como
Nogales y los hombres se encargaban, con resultados bastante buenos, de
este tipo de trabajo tradicionalmente "femenino"; lo que contradice los
motivos esgrimidos por los patrones por los que prefieren mujeres en las
maquiladoras.
CAPÍTULO III
1 A no ser que se indique lo contrario, Human Rights Watch es el autor de las traducciones
de las citas originales en inglés.
2 Patricia A. Wilson, Exports and Local Development: Mexico's New Maquiladoras
(Exportaciones y desarrollo local: las nuevas maquiladoras mejicanas) (Austin: University of Texas Press, 1992), p. 9.
3 Diane Lindquist, "Peso's Loss Plants' Gain" (Pérdida del peso, ganancia de los talleres),
San Diego Union-Tribune (California), 14 de febrero de 1995.
4 Hayes Ferguson,
"Contrast in Fortunes" (Contraste de fortunas), San Diego Union-Tribune
(California), 7 de mayo de 1995.
5 Tony Ramírez,
Vicepresidente de la International Maquiladora Association con base en
San Diego, estimaba que las maquiladoras suponen para México cada
año (incluyendo los costos salariales) entre 5 y 7.000 dólares
de ingresos. Ramírez señaló también que dejando
de lado los beneficios que suponen las divisas, México se beneficia
enormemente de las transferencias y capacitación tecnológicas
que conllevan las maquiladoras. Entrevista telefónica de Human Rights
Watch, San Diego, 6 de febrero de 1996.
6 "Manufacturing/Maquila:
Maquila Industry Growth" (Manufacturas/Maquiladoras: crecimiento de la
industria de las maquiladoras), Mexico Business Monthly (Maplewood,
New Jersey), Vol. 6, No.1, 1 de febrero de 1996.
7 Departamento
de Estado de ee.uu., Country Reports for Human Rights Practices for
1995 (Informe por países sobre derechos humanos, 1995) (Washington,
D.C.: Government Printing Office, 1996), en la p. 472 señala: "Aunque
la Constitución [de México] prevé la igualdad entre
los sexos, ni las autoridades ni la sociedad en general respetan este principio".
Más adelante insiste diciendo: "El trato legal de los derechos de
la mujer es desigual".
8 En junio de
1995, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (cdhdf)
emitió la Recomendación 6/95 en la que pedía que varias
entidades del distrito, como el Tribunal Superior de Justicia, el Instituto
de Formación Profesional de la Procuraduría General de Justicia
del Distrito Federal, y el Instituto de Capacitación y Desarrollo
del Sistema de Transporte Público (metro) cesaran de exigir a las
mujeres candidatas a empleo pruebas de no estar embarazadas para poder
considerarlas elegibles para el empleo. El informe concluía: "Exigir
injustificadamente a las mujeres no estar embarazadas para darles trabajo
es un acto discriminatorio y sexista que viola el principio de la igualdad
legal y social del hombre y de la mujer. El papel de la mujer en la procreación
no puede ser causa de discriminación, sea con el pretexto de una
discutible productividad o con el de una supuesta protección". Ver:
"Carta del Presidente de la cdhdf al Jefe del Departamento del Distrito
Federal", en La Gaceta (Ciudad de México), junio de 1995.
9 En más
de la mitad de las entrevistas de Human Rights Watch con trabajadoras,
las mujeres expresaron su reticencia a protestar contra los exámenes
de embarazo o las condiciones laborales deplorables por miedo a no ser
contratadas o a perder los trabajos que ya tenían.
10 Leslie Sklair,
Assembling for Development (Ensamblar para el desarrollo) (Boston:
Unwin, 1989), p. 168.
11 Según
el informe de la unesco de 1994, basado en datos de 1990, el 21,4 por ciento
de las mujeres mejicanas mayores de 25 años no tenían estudios
y el 29 por ciento de las mujeres menores de 25 no habían terminado
la educación básica. unesco, Anuario Estadístico
1994 (Paris: unesco), 1994, pp. 1-43.
12 Entrevista
de Human Rights Watch con Edgar Krueger, director del Border Communities
Project (Proyecto de Comunidades Fronterizas), American Friends Service
Committee (afsc), Reynosa, 14 de marzo de 1995.
13 María
Patricia Fernández-Kelly, For We Are Sold, I and My People: Women
and Industry in Mexico's Frontier (Estamos vendidas, yo y mi gente:
mujeres e industria en la frontera de México) (Albany: State University
of New York, 1983), p. 53.
14 Luis Reygadas,
Un rostro moderno de la pobreza (Chihuahua: Gobierno de Chihuahua,
1992), p. 62.
15 Entrevista
de Human Rights Watch con Edgar Krueger, director del Border Communities
Project (afsc), Reynosa, 15 de marzo de 1995.
16 Ibíd.
17 Entrevista
de Human Rights Watch con Laura, Matamoros, 19 de marzo de 1995. A no ser
que se señale de otro modo, todos los nombres han sido cambiados
por Human Rights Watch.
18 En diciembre
de 1964, Estados Unidos canceló unilateralmente el programa de braceros
con México, que permitía a mano de obra mejicana entrar en
e.e.uu. para trabajar en el sector agrícola. Desde que se introdujo
en 1942, cuatro millones de trabajadores mejicanos habían participado
en el programa de braceros. Como resultado de esta cancelación unilateral,
México se enfrentó a un empeoramiento de las condiciones
económicas que se hizo mucho más evidente con el fracaso
en 1971 del Programa Nacional Fronterizo (pronaf), diseñado para
promover el desarrollo social y económico a lo largo de la frontera.
El pronaf fue usurpado por el Border Industrialization Program (Programa
de Industrialización Fronteriza) (bip) que permitía temporalmente
a inversores extranjeros y mejicanos importar sin impuestos todas las piezas,
maquinaria, y reemplazos necesarios para ensamblaje en tanto en cuanto
el inversor comprase un certificado que garantizase eventualmente la reexportación.
El bip sentó el marco de trabajo en el que se crearía la
industria de maquiladoras.
19 Ver: "Avance
de información económica industria maquiladora de exportación",
enero de 1995, Instituto Nacional de Estadística, Geografía
e Informática (inegi), p. 5.
20 "Maquiladoras
1990: A Guide to Binational Manufacturing in the San Diego-Tijuana, Mexico
Area" (Maquiladoras 1990: una guía de la manufactura binacional
en el área de San Diego-Tijuana, México), San Diego Business
Journal (California), p. 5.
21 Entrevista
de Human Rights Watch con Edgar Krueger, director del Border Communities
Project, American Friends Service Committee (afsc), Reynosa, 15 de marzo
de 1995.
22 Douglas W.
Payne, "Mexico and its Discontents: After the Peso's Collapse, an Unemployed
Population Looks North" (México y sus descontentos: después
del colapso del peso, una población desempleada mira hacia el norte),
Harper's Magazine (New York City), abril de 1995. Cuando Human Rights
Watch llevó a cabo su misión en México, el cambio
era de siete pesos por un dólar.
23 Como cita Sabrina
Youmans en, "Maquilas Find Profits, Complexity Increasing" (Las maquiladoras
obtienen beneficios con el aumento de la complejidad), San Diego Business
Journal (California), 24 de abril de 1995.
24 "Peso Devaluation
Cuts Both Ways" (La devaluación del peso es un corte en los dos
sentidos), Associated Press, 1 de febrero de 1995.
25 Productos MG
de México está en Tijuana. Fabrica lámparas decorativas
para casas y paneles de cristal para puertas. Su compañía
matriz es MG Products, basada en Chula Vista, California.
26 Youmans, "Maquilas
Find Profits. . .", San Diego Business Journal (California).
27 Julia Scheeres,
"Mejicanos quieren beneficiarse de sus socios del TLC" (Traducción
de un original en inglés), El Financiero (Ciudad de México),
25 de marzo de 1996.
28 Lindquist,
"Peso's Loss. . .", San Diego Union-Tribune (California).
29 Scheeres, "Mejicanos
quieren beneficiarse. . .", El Financiero.
30 Kathryn Kopinak,
"Gender as a Vehicle for the Subordination of Women Maquiladora Workers
in Mexico" (El género como un medio de subordinación de las
trabajadoras de las maquiladoras en México), Latin AmericanPerspectives
(Boulder), Issue 84, Vol. 22, No. 1, Invierno de 1995, p. 31.
31 Sklair, Assembling
for Development, p. 167.
32 Esta zona está
en el nordeste de México, en la frontera con Texas. Entrevista de
Human Rights Watch con Edgar Krueger, director del Border Commnunities
Project (afsc), Reynosa, 15 de marzo de 1995.
33 Entrevista
de Human Rights Watch con Oralia Saldaña, activista de los derechos
del trabajador de AFSC, 18 de marzo de 1995.
34 Ibíd.
35 Entrevistas
de Human Rights Watch con trabajadoras del taller de Zenith en Reynosa,
11 de marzo de 1995; trabajadoras del taller de TRW en Reynosa, 11 de marzo
de 1995; y trabajadoras del taller de Delnosa (propiedad de General Motors)
en Reynosa, 10 de marzo de 1995.
36 Kopinak, "Gender
as a Vehicle. . .", Latin American Perspectives, p. 41.
37 Fernández-Kelly,
For We Are Sold, pp. 66-67.
38 Entrevista
de Human Rights Watch con Celes, Río Bravo, 13 de marzo de 1995.
39 Entrevista
de Human Rights Watch con Sara, Río Bravo, 11 de marzo de 1995.
40 Entrevista
de Human Rights Watch con Roberta, Río Bravo, 13 de marzo de 1995.
41 Entrevista
de Human Rights Watch con Celes, Río Bravo, 13 de marzo de 1995.
42 Los contratos
provisionales son ilegales en México. Las compañías
los utilizan para convencer al trabajador o trabajadora de que está
trabajando a prueba y que por lo tanto no tiene ningún derecho legal
a reclamar por un despidoen el futuro.
Estos contratos permiten que los patrones
contraten a trabajadores a prueba y los despidan por cualquier motivo.
Según el Artículo 47 de la Ley Federal del Trabajo de México,
una compañía tiene treinta días para decidir si quieren
contratar permanentemente a un trabajador o no contratarlo porque ofreció
información falsa sobre su aptitud o calificaciones. Durante estos
treinta días la compañía puede rescindir el contrato
sin ninguna obligación por su parte. Las compañías
sólo pueden contratar a corto plazo cuando el trabajo vaya a durar
un periodo de tiempo definido. Por ejemplo, un contratista que esté
construyendo una casa puede contratar a un trabajador sólo para
el periodo de tiempo que dure la construcción. La naturaleza del
trabajo hace que sea completado en un periodo de tiempo específico.
Ya que las maquiladoras tienen contratos de trabajo continuos, la ley les
prohíbe pedir a sus trabajadores que firmen contratos provisionales.