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Estados Unidos debería haber estado mejor preparado para enfrentar crímenes de odio
Los delitos motivados por prejuicios contra la comunidad musulmana crecieron un 1.700 por ciento después del 11 de septiembre

(Nueva York, 14 de noviembre de 2002) — Los funcionarios públicos se afanaron por contener una ola de crímenes de odio ocurridos en Estados Unidos después del 11 de septiembre, señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy. No obstante, los crímenes de odio contra musulmanes en Estados Unidos aumentaron un 1.700 por ciento en 2001. En el informe se documenta la violencia contra árabes y musulmanes y la respuesta local, estatal y federal frente a ésta.

Los funcionarios del Gobierno no se cruzaron de brazos durante los ataques a musulmanes y árabes después del 11 de Septiembre. Pero los organismos encargados de aplicar la ley y otras agencias del Gobierno debían haber estado mejor preparadas para este tipo de reacción violenta.

Amardeep Singh Investigador del Programa de Estados Unidos de Human Rights Watch


El informe de 41 páginas, "No somos el enemigo" (We Are Not the Enemy), está basado en investigaciones y entrevistas con policías, fiscales, activistas comunitarios y víctimas en seis ciudades (Seattle, Washington; Dearborn, Michigan; Chicago, Illinois; Los Ángeles, California; Phoenix, Arizona; y Nueva York, Nueva York) y pretende revisar las medidas adoptadas por los funcionarios del Gobierno para prevenir y enjuiciar los crímenes de odio ocurrido después de los atentados del 11 de Septiembre contra Nueva York y Washington DC. En el informe también se examina el ámbito y el alcance de estos crímenes, que incluyeron asesinatos, asaltos, incendios provocados y vandalismo.

"Los funcionarios del Gobierno no se cruzaron de brazos durante los ataques a musulmanes y árabes después del 11 de Septiembre", señaló Amardeep Singh, autor del informe e investigador del Programa de Estados Unidos de Human Rights Watch. "Pero los organismos encargados de aplicar la ley y otras agencias del Gobierno debían haber estado mejor preparadas para este tipo de reacción violenta".

Después del 11 de Septiembre, miembros destacados de todos los niveles del Gobierno, empezando por el Presidente George W. Bush, condenaron las "reacciones" violentas. En el informe, Human Rights Watch documenta las acciones que acompañaron al compromiso público de proteger a los grupos vulnerables. Las prácticas fundamentales que se estudian son la prevención de las reacciones violentas, el despliegue policial, el seguimiento de los crímenes motivados por prejuicios, su enjuiciamiento y las campañas de información a las comunidades árabes y musulmanas.

La violencia contra árabes y musulmanes aumentó drásticamente después del 11 de Septiembre. El gobierno federal registró una cifra de crímenes de odio 17 veces superior, de 28 en 2000 a 481 en 2001. Las organizaciones musulmanas y árabes recibieron más de 2.000 denuncias de hostigamiento, violencia y otros actos relacionados con los prejuicios desarrollados a raíz del 11 de Septiembre. Tanto en Chicago como en el condado de Los Ángeles, el número de crímenes de odio contra árabes se multiplicó por 15 en 2001.

Las reacciones violentas contra árabes y musulmanes en Estados Unidos tienen precedentes. Como se explica en el informe, la guerra en Oriente Medio o el terrorismo contra Estados Unidos asociado con árabes o musulmanes ha desencadenado en muchas ocasiones olas de violencia racista. Human Rights Watch argumenta que, siendo predecible la violencia contra árabes y musulmanes, los funcionarios encargados de aplicar la ley y del Gobierno deberían haberse preparado mejor para combatirla.

En el informe se elogia la condena oficial de los crímenes de odio después del 11 de Septiembre porque constituye un paso importante de la estrategia pública de reducción de la violencia motivada por prejuicios. Sin embargo, el Gobierno de Estados Unidos se contradijo en su condena al dirigir sus iniciativas antiterroristas-lo que incluye la detención secreta de inmigrantes y los interrogatorios del FBI a miles de extranjeros-contra árabes y musulmanes.

"Desde el 11 de Septiembre, los árabes y los musulmanes de Estados Unidos se han visto cubiertos por un manto de sospecha", señaló Singh. "Los funcionarios públicos pueden contribuir a reducir la violencia motivada por perjuicios contra ellos garantizando que la 'guerra contra el terrorismo' se concentra en conductas criminales concretas y no en comunidades enteras".


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