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(Estambul) - El defectuoso sistema de protección contra la violencia familiar en Turquía deja a mujeres y niñas de todo el país sin protección contra los abusos domésticos, señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy. Medidas de protección que podrían salvar vidas, incluidas las órdenes de protección dictadas por los tribunales y los refugios de emergencia, no se encuentran al alcance de muchas víctimas de abusos debido a lagunas en la legislación y fallas en la aplicación de la ley.

El informe de 58 páginas, "‘He Loves You, He Beats You': Family Violence in Turkey and Access to Protection" ("‘Te ama, te golpea': Violencia familiar en Turquía y acceso a protección"), documenta la violencia duradera y brutal contra mujeres y niñas a manos de esposos, compañeros y parientes, y la lucha de las supervivientes por encontrar formas de protegerse. En Turquía existen firmes leyes que establecen medidas como refugios y órdenes de protección para mujeres víctimas de malos tratos. Sin embargo, las lagunas en la legislación y las deficiencias de la policía, los fiscales, los jueces y otros funcionarios hacen que el sistema de protección sea impredecible en el mejor de los casos y, a veces, claramente peligroso.

"Con firmes leyes vigentes resulta inexcusable que las autoridades turcas priven de protecciones básicas a las víctimas de la violencia familiar", indicó Gauri van Gulik, defensora de los derechos de la mujer e investigadora de Human Rights Watch, y autora del informe. "Turquía ha realizado una reforma ejemplar en cuanto a los derechos humanos de las mujeres, pero la policía, los fiscales, los jueces y los trabajadores sociales tienen que hacer que este sistema sea ejemplar en la practica, no sólo por escrito".

Human Rights Watch entrevistó a mujeres y niñas de entre 14 y 65 años de edad, quienes describieron cómo fueron violadas; apuñaladas; pateadas en el abdomen durante el embarazo; golpeadas con martillos, palos, ramas y mangueras hasta el punto de sufrir huesos rotos y cráneos fracturados; encerradas junto con perros u otros animales; privadas de comida; atacadas con armas para aturdir; inyectadas veneno; empujadas desde azoteas; y sometidas a violencia psicológica grave. La violencia tuvo lugar en todas las áreas en las que los investigadores llevaron a cabo entrevistas, y en todos los niveles de educación e ingresos.

Este informe se hace público al tiempo que el Consejo Europeo se dispone a adoptar una convención regional sobre la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica. Turquía desempeñó un papel importante como el actual líder del Comité de Ministros en la creación de la convención, la cual será sometida a firmas durante una cumbre en Estambul el 11 de mayo de 2011.

Alrededor del 42 por ciento de las mujeres mayores de 15 años en Turquía y el 47 por ciento de las mujeres rurales ha sufrido violencia física o sexual a manos de su esposo o compañero en algún momento de su vida, según un estudio realizado por una importante universidad turca en 2009.

El informe se basa en las entrevistas y archivos de 40 mujeres en Van, Estambul, Trebisonda, Ankara, Esmirna y Diyarbakır, además de docenas de entrevistas con abogados, organizaciones de derechos de la mujer, trabajadores sociales, funcionarios gubernamentales y otros expertos.

"Esa primera vez, me pegó, pateó al bebé en mi vientre, y me tiró desde el tejado", dijo Selvi T. (no es su nombre verdadero), quien fue obligada a casarse a la edad de 12 años. Su marido lleva años maltratándola.

Turquía se unió a la vanguardia de naciones que ofrecen mecanismos civiles de protección contra la violencia doméstica con la adopción en 1998 de la Ley 4320 sobre la Protección de la Familia. Dicha ley, según su enmienda de 2007, estableció un sistema de órdenes de protección bajo el cual una persona que sufra abusos a manos de un pariente bajo el mismo techo, ya sea varón o hembra, puede solicitar directamente, o a través de un fiscal, una orden ante un tribunal para la familia.

Entre otros aspectos, las órdenes pueden obligar al infractor a dejar el hogar, a mantenerse alejado de la víctima y de sus hijos, a entregar armas, y a abstenerse de utilizar violencia o amenazas, de destruir propiedad, o de ponerse en contacto con la víctima. El sistema está ideado para actuar rápidamente, sin tardar más de unos días, pues la gente que solicita estas órdenes a menudo está en situaciones extremadamente peligrosas.

Sin embargo, el informe documenta graves carencias de la Ley 4320. La ley excluye completamente a ciertos grupos de mujeres, como las divorciadas y las solteras. En muchos casos, la policía, los fiscales y los jueces desatienden sus obligaciones. Muchas mujeres dijeron que los agentes de la policía se burlaron de ellas y las enviaron a casa con los culpables de los maltratos, en lugar de ayudarlas a recibir órdenes de protección. Además, los fiscales y los jueces tardaron en responder a peticiones de órdenes de protección, o exigieron indebidamente pruebas no requeridas por la ley.

"La brutalidad extrema infligida por parientes a mujeres y niñas es nociva de por sí, pero la situación es mucho peor cuando una mujer tiene el coraje de escapar y pedir protección y solo recibe insultos y es enviada de vuelta con cohabitar con el culpable de los maltratos", añadió van Gulik.

Los refugios para mujeres y niños son otro elemento importante de la respuesta de Turquía a los abusos domésticos. La Ley de Municipios exige a todos los municipios con 50,000 o más residentes a tener un refugio, pero el Gobierno no ha cumplido con este requisito. Es más, las mujeres han informado a Human Rights Watch de que algunos de los refugios existentes están en condiciones pésimas y cuentan con procedimientos de seguridad insuficientes. De hecho, en algunos refugios el personal ha permitido el acceso a los culpables de los maltratos y han instado a las mujeres a reconciliarse con sus agresores.

La experiencia de Selvi T. es un reflejo de muchos de estos problemas. Su marido lleva años golpeándola y violándola repetidamente, causándole serias heridas, sin embargo, la policía la envió a casa en múltiples ocasiones cuando buscó protección. Cuando por fin huyó a un refugio, la policía informó a su marido de su ubicación, y el personal del refugio le permitió entrar y animaron a la mujer a  reconciliarse con él.

El 7 de marzo, Fatma Şahin, miembro del Parlamento del Partido de la Justicia y el Desarrollo para Gaziantep, en el sureste de Turquía, anunció una propuesta de revisión de la Ley para la Protección de la Familia, tras consultas con grupos de derechos de la mujer. Las enmiendas propuestas están a esperas de ser consideradas por el Parlamento.

Las enmiendas podrían ampliar el ámbito de protección a mujeres que están en una relación pero son solteras. Exigirían al Ministerio del Interior apoyar financieramente a aquellas personas que reciban órdenes de protección. El borrador de la ley requiere la mejora de las medidas para proteger la información sobre las víctimas, incluidas sus direcciones si cambian de domicilio. Además, estipula que existan unidades de policía y de fiscales expresamente dedicadas a la violencia familiar, e integradas por agentes con preparación y experiencia en este tema. También permitiría a los fiscales otorgar órdenes de protección fuera del horario normal del tribunal, para ser presentadas después ante un juez para su aprobación.

Turquía debería remediar las lagunas en su legislación para la protección de la familia dictando expresamente que las órdenes de protección puedan ser otorgadas a mujeres solteras o divorciadas, incluidas las mujeres en matrimonios religiosos no registrados, afirmó Human Rights Watch.

Los Ministerios de Justicia y del Interior deben crear unidades específicamente dedicadas a estos asuntos en comisarías de policía y tribunales para la familia con personal especializado que pueda enviar a las mujeres a servicios sociales y tramitar sus peticiones de protección, afirmó Human Rights Watch. El Ministerio del Interior también debe desarrollar un mecanismo de presentación de quejas para identificar a aquellos agentes de policía, fiscales y jueces que no hagan respetar la ley o maltraten a las supervivientes de violencia doméstica.

También es necesario un control global del sistema de órdenes de protección, con información más específica y disponible al público sobre el uso del sistema. Se necesitan más refugios, y tanto el Ministerio del Interior como el de Justicia deben continuar y mejorar la preparación de los agentes de policía, e instruir a fiscales y jueces sobre los requisitos prácticos de la Ley 4320, así como sobre el papel de cada funcionario en el proceso.

"Ahora que Turquía está a punto de recibir a los gobiernos de toda Europa para comprometerse a poner fin a la violencia contra las mujeres, el Gobierno debe examinar honestamente sus propias carencias", indicó van Gulik. "Turquía necesita realizar cambios para que su sistema de protección contra la violencia familiar esté a la altura del nuevo tratado, tanto en su diseño como en su implementación".

Relatos de la víctimas:

Selvi T.
En el sureste de Turquía (no se revela la ubicación exacta), Selvi T., una mujer de 22 años, embarazada de su quinto hijo, representa todo lo que puede torcerse cuando la violencia doméstica no se toma en serio. Se casó a la edad de 12 años, y su marido comenzó sus agresiones cuando Selvi estaba embarazada de su primer hijo.

"Esa primera vez, me pegó, pateó al bebé en mi vientre, y me tiró desde el tejado", le dijo a Human Rights Watch. Desde entonces, la violencia ha aumentado en frecuencia y severidad, y ahora hasta incluye a sus hijos. El marido de Selvi controla todos los aspectos de su vida y es extremadamente celoso. Nos dijo: "Me viola constantemente, y comprueba mis fluidos ‘ahí abajo' para verificar que no he tenido relaciones sexuales [con otro hombre]". Selvi consiguió escapar cuatro veces para acudir a la policía en busca de ayuda, pero en cada ocasión la devolvieron al maltrato. Una vez, logró llegar a un refugio, pero la policía le dijo a su marido dónde estaba el refugio y él la forzó a marcharse. Selvi recibe la ayuda de un grupo local de derechos de la mujer, pero se ha dado por vencida en sus intentos de escapar de la violencia.

"Ya no puedo acudir más a la policía", dijo.

Zelal K.
En Estambul, a Zelal K. se le negó una orden de protección porque es divorciada. Zelal vive en Estambul con sus tres hijos, y se divorció hace ocho años. Su ex marido vive al otro lado de la calle, y un día de enero de 2008 la agarró al salir de su casa. Zelal le dijo a Human Rights Watch:

Me sujetó, grité: "Suéltame", y empezó a pegarme. Había mucha gente alrededor, pero nadie hizo nada. Me jaló del pelo y me tapó la boca, y me arrastró hasta mi casa. Allí me pateó y me caí al suelo [...]. Rompió todas las posesiones que tenía en la casa, cada silla, cada foto, todo. Después me quitó la ropa y me violó.

Zelal consiguió escapar, casi desnuda, y acudió a varias comisarías de policía, donde le dijeron que se marchara por diversas razones, desde que había llegado a la "oficina de policía equivocada" a respuestas como "¿por qué nos molestas con esto?". Por fin consiguió hablar con un fiscal. Éste se negó a aceptar su solicitud de una orden de protección porque era divorciada.

AslıI.
Aslı I. es una mujer kurda de 21 años de un pueblo cercano a Van. Aslı se vio enfrentada a la violencia desde el instante en que se casó y se fue a vivir con la familia de su esposo en 2009. Los 10 integrantes de la casa abusaron de ella de alguna manera. Cuando sufrió fuertes dolores de estómago, la familia la mantuvo cautiva y su suegro le inyectó algo en el brazo que le perjudicó seriamente la salud. La familia también la obligó a acarrear piedras y madera todo el día para una casa que estaban construyendo. El suegro de Aslı la golpeaba "constantemente" con una tubería de agua, una manguera, y un martillo. Le rompió la nariz y el brazo, y le impidió acudir a un hospital cercano. La encerraba de forma regular en el cobertizo para los animales y por fin le dijo: "No te hice venir aquí sólo para mi hijo, sino también para mi propio placer". Entonces la violó.

No sabe leer ni escribir, y habla muy poco turco, pero obtuvo la ayuda de un grupo de defensa de la mujer cuando por fin consiguió salir de la casa. La policía le dijo a su suegro que se mantuviera apartado de ella, pero no lo arrestaron. Aconsejaron a Aslı que le pidiera al fiscal una orden de protección, lo cual hizo en mayo de 2010. Sin embargo, según nos dijo Aslı: "Fui al fiscal, pero no oí nada más, y él [el suegro] no deja de venir a nuestra casa. ¿Me matará a mí o a uno de mis hermanos antes de que pueda conseguir ayuda?"

Zeynep B.
En Esmirna, Zeynep B. tenía una orden de protección contra su marido, que la golpeaba de manera regular y abusaba de ella psicológicamente. A finales de 2009, estando la orden aún en vigencia, su marido irrumpió en su casa, cortó la electricidad, y la amenazó con un cuchillo. Ella huyó y él la persiguió, pero consiguió llegar a la policía. Le dijeron: "Vete a casa, nos ocuparemos de esto". Camino a casa su marido la acuchilló seis veces. Sobrevivió a duras penas.

 

 

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