Gen Suzuki, un hombre transgénero de nacionalidad japonesa, de 46 años, presentó una solicitud ante la justicia para que se lo reconozca legalmente como hombre sin tener que someterse a una cirugía de esterilización, como lo exige la legislación nacional. El caso pone de manifiesto la necesidad urgente de que Japón revea su legislación perniciosa y perimida sobre personas transgénero.
En Japón, las personas transgénero que deseen cambiar legalmente su género deben acudir a un tribunal de familia. En virtud de la “Ley sobre casos especiales de trastornos de identidad de género”, los solicitantes deben someterse a una evaluación psiquiátrica y a una cirugía de esterilización. Además, deben ser personas solteras y no tener hijos menores de 20 años.
En 2017, durante el Examen Periódico Universal ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Japón se comprometió a revisar la ley. Sin embargo, a pesar de las crecientes presiones internacionales y en el país, el Estado aún no reformó la normativa. En 2019, la Corte Suprema de Japón confirmó una decisión de un tribunal inferior en la que se sostuvo que la norma no violaba la constitución japonesa. No obstante, dos de los magistrados reconocieron la necesidad de una reforma. “El sufrimiento que enfrentan [las personas transgénero] en lo que respecta al género también es un tema que concierne a una sociedad que se supone que acepta la diversidad en la identidad de género”, afirmaron.
Tanto expertos de las Naciones Unidas como la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero instaron a Japón a eliminar todos los elementos discriminatorios presentes en la ley y a brindar a las personas trans y a sus familias el mismo trato que a los demás ciudadanos.
El reclamo está cobrando impulso también a nivel nacional, y profesionales del sector académico, sanitario y legal empiezan a alzar la voz contra esta ley. En 2019, una mujer transgénero demandó al Estado japonés por una ley que le impide cambiar oficialmente su género legal de “masculino” a “femenino”, por el simple hecho de que tiene un hijo de 8 años.
El nombre que adoptó esta ley japonesa refleja, de por sí, que se necesita una reforma. Al referirse a “trastornos de identidad de género”, demuestra una falta de coherencia absoluta con los estándares médicos internacionales. En 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la categoría “trastornos de identidad de género” de su Clasificación Internacional de Enfermedades, y los Estados tienen plazo hasta junio de 2022 para actualizar sus sistemas de codificación de diagnósticos, lo que implica que dicha frase ya no debería aparecer en los libros.
El mensaje que surge del caso de Suzuki, de la OMS y de lo que opinan cada vez más expertos en el país es muy claro: Japón debe modificar su ley regresiva ahora.