Esta es una historia sobre las matrículas de los coches, o "placas vehiculares", como las llaman algunas personas en todo el mundo.
Probablemente esté pensando: ¿en serio? ¿Matrículas? ¿Y los derechos humanos?
En Uganda, un nuevo sistema de vigilancia que utiliza matrículas de alta tecnología permitirá al gobierno rastrear todos los vehículos del país cada minuto del día.
El nuevo esfuerzo, que el gobierno puso en marcha el 1 de noviembre, se llama "Sistema Inteligente de Vigilancia del Transporte". Ese sonido que oyes es tu alarma de Orwell activándose - y con razón.
A la vigilancia del tráfico ya existente en el país, este nuevo sistema añadirá una red adicional de cámaras, reconocimiento facial y dispositivos de seguimiento obligatorios en todos los vehículos.
Ahí es donde entran en juego las matrículas. Todas las nuevas matrículas incluyen un widget equipado con una tarjeta sim que proporciona la empresa estatal Uganda Telecommunications Corporation Ltd. (UTC).
A través de estas placas especiales, la policía del centro de mando nacional podrá rastrear en tiempo real la ubicación de todos los vehículos matriculados. Los vehículos extranjeros que se encuentren temporalmente en Uganda también deberán instalar los dispositivos de seguimiento durante su estancia en el país.
El gobierno no ha permitido mucho escrutinio público de este nuevo sistema técnico y sus capacidades, ni de su contrato con la empresa rusa que entregará el proyecto y ayudará a gestionarlo durante los primeros diez años - la genéricamente llamada "Joint Stock Company Global Security".
Mi colega experto, Oryem Nyeko, ha denunciado esta vigilancia masiva sin control, destacando cómo está "socavando el derecho a la intimidad de millones de ugandeses".
Para añadir un insulto financiero a la lesión de los derechos fundamentales, el gobierno hará pagar a los propietarios de vehículos por el privilegio de ser espiados. Registrar las nuevas matrículas costará entre 50.000 y 714.300 chelines ugandeses (entre 13 y 190 dólares). No es poco dinero en un país donde la mitad de los adultos ganan menos de 150.000 chelines (39 dólares) al mes.
Todo esto es una idea pésima de principio a fin. El Gobierno debería suprimir el sistema y dejar que las matrículas vuelvan a ser aburridas.