Llegan noticias esperanzadoras desde Senegal, un país que podría estar por fin dejando atrás tres años de agitación política.
Con la toma de posesión de Bassirou Diomaye Faye como presidente la semana pasada, el país tiene una nueva oportunidad de volver a la normalidad.
Han sido unas semanas increíbles para Faye. Hace menos de un mes, seguía en prisión por una acusación falsa relacionada con una publicación en Facebook. Eso fue en el contexto de la represión del gobierno anterior contra la oposición, que incluyó la disolución forzosa del partido político de Faye el año pasado.
El 24 de marzo ganó las elecciones nacionales en la primera vuelta, y ahora, a sus 44 años, es el presidente más joven de la historia de Senegal y el jefe de Estado electo más joven de África.
Se trata de una especie de cambio generacional. Como señaló BBC News : "En una región donde la gran mayoría de la población tiene menos de 30 años, su victoria ofrece esperanza a los jóvenes frustrados por la falta de oportunidades económicas, mientras las viejas élites parecen aferrarse al poder".
Faye nombró un "gobierno de ruptura ", con su principal valedor y mentor, Ousmane Sonko, como primer ministro. Sonko también salió de prisión el mes pasado, atrapado en la represión contra la oposición.
Es de esperar que este cambio radical en la política senegalesa marque el final de un periodo de violenta agitación.
En los últimos tres años, el gobierno del ex presidente Macky Sall respondió al aumento de la oposición con tácticas dilatorias y fuerza brutal. Decenas de personas murieron en las protestas, y más de 1.000 fueron detenidas por actividades legítimas de oposición, como Faye y Sonko.
La agitación también sacudió la reputación de Senegal como democracia estable en una región asolada por los golpes militares.
Ahora, hay esperanzas de que el país invierta su declive democrático, si Faye y Sonko sitúan la protección y la promoción de los derechos humanos en el centro de sus esfuerzos.
Con las lecciones de los últimos tres años de represión estatal frescas en la mente de todos, la importancia de cosas como la defensa de la libertad de expresión y la libertad de reunión debería ser obvia.
También es necesario que se rindan cuentas por los abusos cometidos en el pasado. En los últimos años, las fuerzas de seguridad se han salido literalmente con la suya, y eso debe terminar.
Todo esto tiene además una dimensión internacional. Si los nuevos dirigentes hacen de los derechos humanos una prioridad, no sólo ayudarán a la población de Senegal, sino que también serán una señal para África Occidental en general, un faro de esperanza para la población de una región convulsa.