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Abdullah Khatir, de 30 años, natural de El Geneina, en Sudán Occidental, cuya pierna fue amputada tras recibir un disparo de combatientes de la RSF, camina por el campo de refugiados de Ambelia el 20 de abril de 2024 en Adre, Chad. © 2024 Dan Kitwood/Getty Images

Desde mediados de mayo, los ataques de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y sus milicias aliadas contra El Fasher, capital de Darfur del Norte (Sudán), se han intensificado. Sus oponentes, las fuerzas armadas sudanesas y sus aliados, han combatido desde el interior de la ciudad, poniendo también en peligro a cientos de miles de personas. 

Si la ciudad de El Fasher cae en manos de la RSF, la historia reciente nos dice que es probable que se cometan nuevas atrocidades contra la población civil. 

Hace unas semanas, analizamos cómo se desarrolló una situación similar en El Geneina, la capital de Darfur Occidental, el año pasado. En El Geneina, la RSF y sus aliados llevaron a cabo una oleada tras otra de ataques contra la etnia massalit. Mataron a miles de civiles desarmados, violaron a mujeres y niñas y torturaron a los detenidos. 

También saquearon a gran escala y arrasaron barrios enteros. Enviaron a medio millón de personas huyendo por la frontera con Chad.

Muchas de estas atrocidades son crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad. La persecución de la etnia massalit, con el aparente objetivo de que abandonen definitivamente Darfur, es limpieza étnica. 

También es posible que la RSF y sus aliados mataran a civiles massalit con la intención específica de destruir total o parcialmente a la población massalit al menos en Darfur Occidental. Eso significaría que estamos ante un posible genocidio.

El mundo tienen que hacer más por los civiles de El Fasher y de otros lugares, ya que hasta el momento, no ha respondido a esas atrocidades. 

Se está produciendo una especie de doble déjà vu. A corto plazo, la ciudad de El Fasher está amenazada por la misma destrucción que la ciudad de El Geneina. A más largo plazo, los crímenes atroces masivos que se están produciendo hoy en Darfur recuerdan a los cometidos en Darfur en 2003-2004.

No es de extrañar, quizá, dado que la RSF está reclutada en gran parte de los antiguos Janjaweed, la milicia conocida por sus atroces crímenes contra grupos no árabes, incluidos los massalit, hace 20 años.

Además de la magnitud de los horrores que se avecinan estos días, El Fasher había sido un lugar donde la gente buscaba refugio. Cientos de miles de personas que huían de la violencia en otras partes de Darfur acabaron en El Fasher.

Desde que comenzó el conflicto en abril de 2023, hemos dado la voz de alarma sobre la crisis, una y otra vez, y hemos puesto de relieve la incapacidad de la comunidad internacional para abordarla.

El jueves, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución en la que exige a la RSF que ponga fin al asedio de El Fasher. Pide que se rindan cuentas por los graves crímenes cometidos, incluida la violencia sexual. También advierte de una hambruna inminente, especialmente en Darfur.

Se trata de un buen paso, que atrae la tan necesaria atención mundial sobre la crisis y pone a todas las partes beligerantes sobre aviso de que el mundo está observando sus acciones.

Sin embargo, dista mucho de ser suficiente.

La situación en Darfur exige una presencia internacional que se encargue de proteger a la población civil. El Secretario General de la ONU debería colaborar con la Unión Africana para crear y desplegar una.

Nunca se insistirá lo suficiente en la urgente necesidad de una misión de este tipo.

 

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