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Haití: La violencia criminal y el hambre atrapan a niños y niñas

El gobierno transicional debería priorizar su protección y reintegración

Un residente de 17 años de Carrefour, vinculado con un grupo criminal, contemplando el horizonte desde una terraza en Puerto Príncipe, Haití, julio de 2024. © 2024 Nathalye Cotrino/Human Rights Watch
  • Cientos, si no miles, de menores en Haití, empujados por el hambre y la pobreza, se han unido a grupos criminales en los últimos meses, donde se ven forzados a realizar actividades ilegales y sufren abusos.
  • Los grupos criminales han incrementado el reclutamiento de menores como respuesta a las operaciones de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad y de la Policía Nacional de Haití.
  • El gobierno transicional debería proporcionar protección, acceso a bienes y servicios esenciales, incluyendo educación y oportunidades legales para la rehabilitación y reintegración de los menores.

(Washington D. C., 9 de octubre de 2024) - Cientos, si no miles, de niños en Haití, empujados por el hambre y la pobreza, se han unido a grupos criminales, donde son forzados a realizar actividades ilegales y sufren abusos, señaló hoy Human Rights Watch.

Los grupos criminales han incrementado el reclutamiento de menores como respuesta a las operaciones de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS, por sus siglas en inglés) y la Policía Nacional de Haití, según organizaciones humanitarias y de derechos humanos locales e internacionales.

“Con escasas posibilidades para sobrevivir, muchos niños y niñas en Haití son atraídos por los grupos criminales, donde se involucran en actividades ilegales y enfrentan a graves riesgos”, señaló Nathalye Cotrino, investigadora de la División de Crisis, Conflictos y Armas de Human Rights Watch. “Para frenar la violencia, el gobierno de transición debería centrarse en mejorar las condiciones de vida de los menores, proporcionándoles protección, acceso a bienes y servicios esenciales, incluyendo educación, y oportunidades legales para su rehabilitación y reintegración”.

Leer una descripción de texto de este vídeo

SOUNDBITE:

The gang leaders often try to give me a gun. I always say no because that's not the life I want. If you carry a gun, you end up dead. And after that, there's no place left to go. I want freedom, so I don’t own a gun, but that’s not a good thing for me either. 

WARNING:

This video contains descriptions of violence.

Interviewees have requested anonymity for their safety.

Viewer discretion advised.

NARRATION:

Criminal groups control around eighty percent of Haiti’s capital, Port-au-Prince and its metropolitan area.

Two point seven million people, including around half a million children, live under their control, according to UNICEF.

NARRATION:

To survive, countless children join criminal groups, driven mainly by hunger and extreme poverty.  

Many more have been recruited recently, seemingly in response to the operations of the Multinational Security Support mission and the Haitian National Police.

Once in the groups, they are forced into illegal activities and face abuses.

NARRATION: 

Abandoned by the state, deprived of food, education and health care, these children find in criminal groups their only source of livelihood, shelter and income.

NARRATION:

The government should urgently address children’s needs, including adequate food, shelter, protection, and education. 

Authorities should also ensure children have legal opportunities for rehabilitation and holding the criminal groups accountable.

SOUNDBITE:

My situation is pretty rough. I’d even say I live poorly, eat poorly, and drink poorly. I used to live with my dad, but he passed away. My mom had nine kids, so the family split up. Some of us ended up on the streets, and others got involved with gangs. Sometimes I get a little money from the gangs I work for, and they usually give me some cash to take to my mom.

NARRATION:

Criminal groups recruit children as young as ten. They start as informants or running errands, but soon, many of them are carrying weapons, looting, extorting, and kidnapping.

NARRATION:

Criminal groups recruit children as young as 10.

They start as informants or running errands, but soon, many of them are carrying weapons, looting, extorting, and kidnapping.

After a few months, they’re sent into clashes with the police or rival groups. 

Children earn between one and fifteen dollars per month, plus food, which they often use to support their families.

This fourteen-year-old joined a criminal group after his father passed away.

SOUNDBITE:

My father died. I went to live with a gang. The guys taught me how to shoot and how to load a gun. They even had me commit a kidnapping.

NARRATION:

Tired of the violence, many children want to leave the groups and return to school. 

But nearly one thousand schools remain closed in the most vulnerable areas, affecting over one hundred and fifty thousand children.  

A few local organizations offer safe spaces where children can find some support, but much more help is needed.

Social Worker

SOUNDBITE:

We encounter all kinds of children every day. Among them are children who have been abandoned and are unaccompanied, and who have been separated from their family.  Others have families that live in very precarious economic circumstances, very, very vulnerable families. They are forced to align themselves with the criminal groups to support their families. Every day the violence increases. Every day the violence increases. So, those children from the community have no other choice because it’s impossible for the majority of public and private schools to operate normally.  

NARRATION:

There is a lack of planning and funding to ensure these children receive protection, including through access to education, to rehabilitation and reintegration programs, or accountability for abuses against them.

NARRATION:

Girls are especially vulnerable to abuse. Members and leaders of these groups sexually exploit them.  

They are also exploited for labor such as cooking and cleaning.

This sixteen-year-old who is pregnant, was a member of a criminal group.

SOUNDBITE:

I left my parents' house because my mother couldn’t afford to support me, so I left. 

I was involved with a gangster in Gressier.

I cooked for them, I bought clothes for them, even sandals. Whatever they needed, I bought it.

NARRATION:

A comprehensive strategy involving all relevant government entities and Haiti’s stakeholders is needed to coordinate a rights-based response for children associated with criminal groups.

That strategy should also include ensuring accountability for criminal groups that recruit children and use them in criminal activities.

NARRATION:

Haiti’s stakeholders should act urgently for the long-term rehabilitation of children, to strengthen communities, and to build peace.

SOUNDBITE:

I just want to go to school and get back on track to make my dreams come true so I can get off the streets. 

Durante una visita a Puerto Príncipe en julio de 2024, Human Rights Watch entrevistó a 58 personas, incluyendo menores de edad vinculados con grupos criminales, trabajadores humanitarios y de derechos humanos, diplomáticos, representantes de la sociedad civil haitiana y de agencias de Naciones Unidas. Las investigadoras también se reunieron con funcionarios del gobierno transicional, incluyendo el primer ministro, los ministros de Justicia y Asuntos Exteriores, el presidente del Consejo Presidencial Transicional, el director de la policía y el comandante de la MSS. Human Rights Watch entrevistó virtualmente a otras 20 personas y revisó datos e informes de la Naciones Unidas, la sociedad civil y organizaciones locales.

Los grupos criminales controlan casi el 80 % de la capital de Haití, Puerto Príncipe, y su área metropolitana, y se están expandiendo a otras áreas. Alrededor de 2,7 millones de personas, entre ellas medio millón de niños, niñas y adolescentes, viven bajo su control, según UNICEF. Aunque no hay cifras oficiales disponibles, organizaciones humanitarias y de derechos humanos y funcionarios del gobierno estiman que al menos el 30 % de los miembros de los grupos criminales son menores de edad. Funcionarios del gobierno haitiano han estimado que varios miles de miembros de grupos criminales operan en el país. Los niños participan en actividades criminales que van desde la extorsión y el saqueo hasta graves actos de violencia como asesinatos y secuestros.

Menores de edad vinculados con grupos criminales dijeron a Human Rights Watch que el hambre es el principal factor que los obliga a unirse a estos grupos o que lleva a sus familias a permitirlo. Estos grupos son, a menudo, su única fuente de alimento, refugio e ingresos.

Un joven de 16 años de Puerto Príncipe dijo que se unió al grupo Village de Dieu cuando tenía 14 años. “Antes [de unirme], vivía con mi madre... Era muy difícil conseguir comida y ropa”, dijo. “[E]n casa, no había comida. Pero cuando estaba con [el grupo], podía comer”.

Las niñas forzadas a unirse a grupos criminales están particularmente en riesgo de sufrir violencia sexual. “Gabriel, el líder de la pandilla de Brooklyn [en Cité Soleil], pide a los miembros de su grupo que le traigan una joven virgen cada mes. Si el jefe hace esto, no hay forma de impedir que otros hagan lo mismo”, dijo a Human Rights Watch un trabajador humanitario. En referencia a las niñas del grupo criminal Tibwa, un joven de 16 años y miembro del grupo  nos contó: “Las violan, no sólo el jefe, todos, quien quiera, puede violarlas. Están en el grupo para servirles con sexo y para cocinar y lavar la ropa”.

Los niños y niñas que forman parte de los grupos criminales son maltratados si se niegan a participar en actividades criminales, normalmente con palizas y amenazas de muerte. “Una vez me dijeron que vendara los ojos a alguien a quien íbamos a secuestrar”, relató un miembro de 14 años del grupo Tibwa. “Cuando me negué a hacerlo, me golpearon en la cabeza con un bate de béisbol y me dijeron que si no lo hacía, me matarían”.

Estos niños también se enfrentan a la violencia de la policía y de grupos criminales rivales, así como de los llamados grupos de autodefensa. La Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití documentó casos de ejecuciones sumariaslinchamientos de menores entre enero y junio.

Todos los menores de edad entrevistados por Human Rights Watch dijeron que querían abandonar los grupos criminales. “Quiero dejar la calle y no estar más en grupos criminales”, dijo un residente de Carrefour de 17 años. “Quiero continuar en la escuela y volver con mi familia”. Sin embargo, sus familias y vecinos a menudo rechazan y estigmatizan a los menores que regresan, dijeron trabajadores de derechos humanos.

Los primeros componentes de la misión MSS autorizada por Naciones Unidas y liderada por Kenia llegaron a finales de junio para apoyar a la Policía Nacional de Haití en el restablecimiento de la seguridad. Trabajadores humanitarios y menores vinculados con grupos criminales dijeron a Human Rights Watch que esperaban que el plan de seguridad del gobierno abordara las necesidades específicas de niños, niñas y adolescentes mediante un enfoque centrado en su protección.

Agencias de Naciones Unidas, organizaciones locales y entidades gubernamentales como el Instituto de Bienestar Social e Investigación han puesto en marcha algunas iniciativas para apoyar a los menores anteriormente vinculados con grupos criminales. Sin embargo, el gobierno carece de una estrategia global y necesita más recursos para garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes reciban protección, incluyendo mediante el acceso a educación, vías legales para salir de losa grupos criminales y acceso a la justicia. El gobierno transicional está comprometido a abordar este reto, dijeron el primer ministro y otros funcionarios, pero se necesita con urgencia más apoyo internacional.

Con el año escolar en marcha, el gobierno transicional debería priorizar una estrategia centrada en la educación, que proteja a los menores, garantice que las medidas de seguridad no violen sus derechos, aborde sus necesidades urgentes, les proporcione una salida legal de los grupos criminales y haga rendir cuentas a los responsables de los abusos. El apoyo financiero de la comunidad internacional es esencial.

“En su respuesta en materia de seguridad, el gobierno transicional debe priorizar la protección de los menores asociados con grupos criminales mediante la implementación de programas específicos de desarme, desmovilización y reintegración, así como un enfoque más amplio, con un mayor apoyo financiero, para garantizar su acceso a la educación y a otros servicios esenciales”, dijo Cotrino. “Atender las necesidades urgentes de los niños y niñas dentro de un entorno protector como las escuelas puede ayudar a proporcionarles apoyo psicosocial, fomentar la inclusión social y prevenir su reclutamiento”.

Para más detalles, relatos de las víctimas y recomendaciones, véase más abajo.


Impacto de la violencia criminal en niños, niñas y adolescentes

El secretario general de Naciones Unidas, en su informe anual 2024 sobre los niños en conflictos armados, expresó su preocupación “por la violencia indiscriminada de las bandas armadas y las graves violaciones contra los niños, niñas y adolescentes” y pidió una solución política subrayando “la importancia de incluir disposiciones de protección de la infancia” y “una formación adecuada en materia de protección de la infancia” para el personal de la MSS. El informe de 2023 señaló graves violaciones como reclutamiento infantil, asesinatos, violencia sexual y ataques a escuelas. La inclusión de Haití en el informe refleja la gravedad de las aparentes violaciones de estándares internacionales de derechos humanos, aunque no es una conclusión legal de que existe un conflicto armado en el país.

La Oficina Integrada de la Naciones Unidas en Haití reportó que 105 menores, 78 niños y 27 niñas, fueron asesinados entre enero y mediados de septiembre de 2024. Más de 300.000 menores son desplazados internos, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Organizaciones internacionales y locales han alertado sobre el aumento en el reclutamiento y utilización de menores por parte de grupos criminales, haciendo referencia a las alegaciones de que estos grupos están respondiendo a las operaciones conjuntas entre la MSS y la Policía que comenzaron a mediados de julio. “El grupo Village de Dieu tiene una unidad especializada que se dedica a entrenar diariamente a los niños para prepararlos para la llegada de la MSS”, declaró un trabajador local de derechos humanos. “Les enseñan a levantar barricadas en los barrios, a establecer puestos de control, a manejar armas y a situarse en puestos de vigilancia alrededor del barrio”.

Trabajadores humanitarios y de derechos humanos dijeron a Human Rights Watch que están viendo más menores en las filas y en los enfrentamientos entre los grupos criminales y la policía y los grupos de “autodefensa”. “Los grupos criminales los reclutan cada vez más, utilizando medios sociales como TikTok y Facebook para atraerlos”, dijo un funcionario humanitario.

Más niños heridos están llegando a los centros de salud y a las iglesias, muchos de ellos con heridas de bala. También, cada vez más se encuentran cadáveres de niños asesinados en las calles, según organizaciones internacionales y locales. “Más niños han comenzado a llegar a nuestra iglesia con heridas de bala”, dijo a Human Rights Watch un sacerdote de Puerto Príncipe. “Tienen miedo de que, si acuden a los hospitales, puedan ser denunciados a la policía, lo que podría dar lugar a represalias por parte de los grupos de “autodefensa”. Es devastador verlos tan abandonados y desprotegidos”.

Situación humanitaria

En Haití, los niños, niñas y adolescentes necesitan ayuda urgentemente. Aproximadamente 125.000 menores sufren desnutrición aguda grave, mientras que casi 3 millones, la mitad de los que viven en el país, necesitan ayuda humanitaria.

El sistema de salud está al borde del colapso. Sólo el 24 % de las instalaciones de salud de Puerto Príncipe funcionan con su capacidad normal. Los menores de edad y sus familias carecen de acceso a servicios sociales básicos, instalaciones sanitarias y apoyo psicológico.

Un bús incendiado por miembros de una pandilla en el barrio de Portail de Puerto Príncipe, Haití, jueves 29 de febrero de 2024. Hombres armados dispararon contra el aeropuerto internacional y otros objetivos en una ola de violencia que forzó a empresas, agencias gubernamentales y escuelas a cerrar temprano. © AP Photo/Odelyn Joseph

Casi 1.000 escuelas del departamento Oeste, donde se encuentra la capital, y del departamento de Artibonite estuvieron cerradas durante gran parte del último año escolar debido a saqueos o ataques violentos, privando de educación y alimentación escolar a aproximadamente 160.000 niños, niñas y adolescentes. Las personas desplazadas internas han ocupado muchas escuelas de Puerto Príncipe, sin que exista un plan ni se asignen recursos para reactivarlas o reubicar a la población desplazada, dijo un alto funcionario de Naciones Unidas.

Reclutamiento y utilización de menores por grupos criminales

Human Rights Watch entrevistó a 16 menores, 12 niños y 4 niñas, que viven en comunidades controladas por grupos criminales, incluyendo 6 que han participado recientemente en estos grupos, así como a trabajadores humanitarios y de derechos humanos de organizaciones que ayudan a los menores en cuatro comunas del departamento Oeste: Puerto Príncipe, Carrefour, Gressier y Cité Soleil. Los entrevistados viven en zonas controladas principalmente por los grupos Tiwba, Village de Dieu, Gran Ravine, Brooklyn y Belekou. Todos pidieron confidencialidad de sus nombres y otros datos que los pudieran identificar por temor a represalias.

Human Rights Watch identificó a los menores vinculados con grupos criminales gracias al apoyo de organizaciones haitianas e internacionales. Human Rights Watch informó a todas las personas entrevistadas sobre la finalidad de la entrevista, su naturaleza voluntaria y la forma en que sería utilizada la información. Las entrevistas se realizaron en lugares seguros y se tomaron medidas para reducir al mínimo el riesgo de que, al volver a relatar lo vivido, las víctimas de experiencias traumáticas se vieran incluso más afectadas. Los menores y sus tutores dieron su consentimiento verbal.

El hambre obliga a los menores a unirse a grupos criminales

Todos los niños, niñas y adolescentes con los que habló Human Rights Watch dijeron que el hambre severa era la razón principal por la que se unieron a grupos criminales. La mayoría describió vivir en condiciones de extrema necesidad, en la calle o en plazas públicas, y luchando a diario para satisfacer sus necesidades. Aunque algunos aún vivían con sus familias, sus padres no podían mantenerlos. Dijeron que el Estado era ausente, no había policía en sus barrios y no tenían oportunidades económicas o sociales para ganarse la vida legalmente, comprar comida o acceder a productos de primera necesidad. En las zonas donde viven los menores, los grupos criminales son las autoridades de facto, además proporcionan “empleo” y bienes esenciales.

Mathis F., un huérfano de 14 años, vive en la calle y cuida de su hermano de 13 años. Contó a Human Rights Watch: “Me uní a la pandilla porque no tenía nada. Nunca fui a la escuela... Estaba en la calle, muerto de hambre, sin un lugar donde dormir, sin ropa, sin nada... .... El día que me uní, me dieron 1.150 gourdes (9 dólares) y comida. Me llevaron a una casa donde vivía un grupo de [miembros del grupo]... Yo era el único niño allí. Dos días después, llegaron otros cinco niños. [El grupo] me ofreció trabajo”.

Varios menores dijeron que también recibieron alojamiento en casas ocupadas. El pago que reciben por sus actividades en los grupos criminales es su único medio de subsistencia para satisfacer necesidades básicas y contribuir a los escasos recursos de sus familias.

Los grupos criminales también utilizan el hambre para presionar a los menores a que permanezcan en sus filas. “Cuando decidí irme... me dijeron: ‘No tienes comida en casa, así que si nos dejas, morirás de hambre’”, relató un joven de 16 años de Puerto Príncipe. “Así [intentaron] obligarme a quedarme”.

El rol de los menores de edad dentro de los grupos criminales

Los grupos criminales tienen una estructura jerárquica. Los menores, principalmente los niños, empiezan en la base y dependen de los líderes directos, que les asignan pequeñas tareas para probar su lealtad. Reciben pagos que oscilan entre 100 y 20.000 gourdes (menos de 1 y 150 dólares) al mes, así como comida y alojamiento si lo necesitan.

Los menores y los trabajadores de derechos humanos entrevistados dijeron a Human Rights Watch que los grupos criminales han reclutado niños de aproximadamente 10 años, algunos incluso, más jóvenes. El Grupo de Expertos de Naciones Unidas sobre Haití informó a finales de marzo que “las pandillas de Grand Ravine, dirigida por Ti Lapli, y 5 Segond, dirigida por Izo, han sido identificadas como las más activas en el reclutamiento forzoso de niños”.

Aunque tanto niños como niñas reciben un pago y son entrenados en el manejo de armas, la recarga de munición y el manejo de dispositivos de comunicación, entre otras cosas, las tareas que se les asignan en gran medida se basan en género.

“Me dan 2.000 gourdes [15 dólares]... más o menos, según el tiempo que pase haciendo las tareas o el tipo de tarea que me asignen”, dijo Quentin M.. En algunos grupos, después de entre tres y cinco meses y un entrenamiento en armas y municiones, los menores son enviados a enfrentamientos con la policía, grupos rivales o de “autodefensa”, la mayoría son encargados de recargar municiones y portar armas.

Los menores son utilizados como informadores (“antenas”) para advertir sobre patrullas policiales o facilitar robos, hacer recados como comprar comida o ropa para los líderes y, en algunos casos, transportar armas y municiones y participar en saqueos, extorsiones y secuestros.

Michel T., de 14 años, abandonó el grupo Gran Ravine hace un año tras presenciar cómo los miembros del grupo asesinaban a personas de su barrio. “Me [uní] cuando tenía 8 años, porque no tenía padres y vivía en la calle”, dijo a Human Rights Watch. “Normalmente hacía recados o participaba en los controles de vías. Había otros cuatro niños en el grupo, de 13 u 11 años”. Desde que dejó el grupo, ha vuelto a vivir en la calle y pide limosna para sobrevivir.

Algunos de los niños entrevistados dijeron que les habían dado armas a las pocas semanas de unirse al grupo, incluyendo pistolas de calibre 38 y un fusil Kalashnikov. “Me dieron un Kalashnikov con un montón de balas”. dijo Michel T. “El día que me lo dieron, cargaron todas las balas en el cargador y me dijeron que lo llevara a la espalda”.

Los grupos criminales más organizados, como Village de Dieu, cuentan con rigurosos programas de entrenamiento para los menores, sobre todo para niños, e incentivos para garantizar su lealtad y evitar que se vayan a grupos rivales, según la Oficina Integrada de Naciones Unidas en el país. Estos grupos están implicados en actividades ilegales a mayor escala como tráfico de armas, de personas y de drogas, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).

Por lo general, las niñas son víctimas de explotación laboral y se les asignan tareas de cocina y limpieza en las casas donde viven los líderes y miembros de los grupos criminales. Durante el día, a las niñas también se les encarga hacer recados y transportar armas y municiones.

“A menudo, hacía recados o cocinaba para el grupo”, dijo Marie H., una adolescente de 16 años embarazada que hacía parte del grupo Grand Ravine. “Había mucha gente en el grupo, incluidas muchas chicas de entre 15 y 17 años. Cuando me uní, era más fácil comer. Durante los enfrentamientos, vi gente herida y muchos muertos; casi me alcanza una bala”.

Los miembros y los líderes de los grupos también explotan sexualmente a las niñas, según dijeron a Human Rights Watch los menores vinculados con grupos criminales y los trabajadores humanitarios. “Los líderes las obligan a realizar actos sexuales con ellos o con sus miembros mientras los demás miran”, según un trabajador humanitario. “Les dicen que son sus novias y que deben obedecerles, pero en realidad las explotan para su placer y consumo”.

Los miembros de grupos criminales también secuestran a niñas de sus casas para reclutarlas. Las llevan a las casas de los líderes, donde las violan y las obligan a trabajar. “Me hice cargo de una niña de 14 años que fue secuestrada por una banda durante 15 días y violada en grupo todos los días”, contó a Human Rights Watch una trabajadora humanitaria. “Poco después, descubrió que estaba embarazada. No quería tener el bebé, pero la pandilla a la que pertenecía la obligó a tenerlo. Ahora dicen que el bebé es hijo de Village de Dieu”.

Las familias que viven en áreas controladas por grupos criminales a menudo, son amenazadas para entregar a una de sus hijas al grupo a cambio de protección. “Cada vez más familias se ven obligadas a entregar a sus hijas a las pandillas”, relató un trabajador local de derechos humanos. “Saben que serán violadas y tratadas como esclavas, pero tienen que aceptarlo, y en algunos casos lo hacen para evitar que sus hijas sean violadas o maltratadas por hombres de otros grupos o de su propia comunidad”.

Quentin M. dijo que todo el dinero que gana “haciendo recados, lavando coches, comprando comida y transportando armas para el grupo va a [su] madre y a sus dos hermanas pequeñas, de 2 años y 10 meses”. Dice que lo hace para evitar que corran la misma suerte [ser víctimas de abusos sexuales] que las niñas de su grupo.

A las niñas no se les suelen ofrecer incentivos por su lealtad. Por el contrario, se las suele dejar ir al cabo de un tiempo, normalmente cuando se quedan embarazadas como consecuencia de una violación, según explicaron trabajadores locales de derechos humanos.

Respuesta nacional e internacional

En enero de 2024, Naciones Unidas y las entidades gubernamentales haitianas firmaron un protocolo sobre el “traslado, acogida y cuidado de menores asociados con pandillas armadas encontrados durante operaciones de seguridad territorial”. Aunque se han dado algunos pasos hacia su aplicación, que estará dirigida principalmente por el Instituto Haitiano de Bienestar Social e Investigación y UNICEF, el Instituto aún carece del personal y la financiación necesarios para cumplir su mandato, según su directora.

El protocolo se centra en qué hacer con los menores una vez que las operaciones contra los grupos criminales dan lugar a su detención, sin embargo, la prevención y la protección son esenciales para abordar las razones por las que los menores se ven obligados a unirse y permanecer en estos grupos.

El gobierno transicional ha incluido la reactivación de la Comisión Nacional para el Desarme, la Desmovilización y la Reintegración de Haití como una tarea clave en su hoja de ruta para restablecer la seguridad. Se trata de un paso positivo, pero antiguos miembros de la Comisión afirman que se necesitan esfuerzos urgentes para reforzarla y coordinar su trabajo con otras entidades gubernamentales, la Policía Nacional de Haití y la MSS. La Comisión, creada en 2019, nunca contó con el personal, la logística o la financiación necesarios para funcionar con eficacia y nunca se integró en la estrategia de seguridad.

Aunque la hoja de ruta del gobierno transicional incluye el fortalecimiento de la justicia y el Estado de derecho, para ello es necesario mejorar el disfuncional sistema de justicia juvenil de Haití. El Tribunal de Menores de Puerto Príncipe lleva paralizado desde 2019 debido al control de los grupos criminales de la zona. El centro de detención de menores, Centro de Reeducacion de Menores en conflicto con la ley (Centre de Rééducation des Mineurs en Conflit avec la Loi), destinado únicamente a albergar a niños, niñas y adolescentes, se utiliza ahora para adultos, según la Red Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos. El centro está abarrotado, y menores y adultos comparten celdas en condiciones inhumanas, dijo la Red a Human Rights Watch.

A pesar del compromiso de Naciones Unidas de apoyar al gobierno haitiano a través del Grupo de Trabajo para la Protección de la Infancia dirigido por UNICEF, es necesaria una respuesta más firme, mejor coordinada y unificada del sistema. Todas las agencias deberían operar bajo el mismo marco legal, el derecho internacional de los derechos humanos, y priorizar las necesidades de los menores vinculados con grupos criminales y otros menores en comunidades vulnerables controladas por estos grupos, centrándose en la prevención y la protección.

Recomendaciones

Haití necesita una estrategia integral para los niños asociados con grupos criminales, basada en la Convención sobre los Derechos del Niño y en estándares internacionales de derechos humanos, incluyendo los relativos a la justicia de menores y la reintegración, que reconocen a los menores como víctimas.

Los pasos clave incluyen:

  • Movilizar fondos internacionales adicionales para apoyar los esfuerzos de educación y protección de la infancia. Hasta septiembre, UNICEF informó que sólo había recibido el 30 % de los 30,4 millones de dólares necesarios para la educación y el 25 % de los 30 millones de dólares que necesita para la protección de casi 600.000 niños, niñas y adolescentes.
  • Reforzar la comisión de desmovilización y reintegración y garantizar su coordinación con los actores clave en seguridad. La comisión debería crear un programa integral de desarme, desmovilización y reintegración, con especial atención a niños, niñas y adolescentes y un enfoque particular de género para las supervivientes de violencia sexual que se enfrentan a estigmas.
  • Mejorar las capacidades de la Policía Nacional de Haití y de la MSS para dar prioridad a la protección de la infancia. Las organizaciones internacionales que prestan asistencia técnica deberían trabajar sobre la base del derecho internacional de los derechos humanos, y asegurarse de que las fuerzas de seguridad y la MSS reciban formación específica sobre los estándares internacionales de derechos humanos, incluyendo los relativos a la justicia de menores, la protección de la infancia y el uso de la fuerza por parte de las fuerzas del orden.
  • Reforzar el sistema educativo de Haití. Los Ministerios de Educación y Asuntos Sociales y Trabajo deberían desarrollar una estrategia a corto y mediano plazo para garantizar el acceso a las necesidades y servicios básicos, incluyendo la educación, a los niños, niñas y adolescentes vinculados con grupos criminales y a otros menores de comunidades vulnerables. Esto incluye reabrir urgentemente escuelas y garantizar seguridad a las escuelas afectadas por la violencia, una financiación adecuada y el suministro de alimentación escolar, e integrar los programas de desarme, desmovilización y reintegración en la estrategia educativa para garantizar su sostenibilidad a largo plazo.
  • Reforzar los sistemas de salud y justicia de Haití: El Ministerio de Salud Pública y Población debería crear una estrategia integral para garantizar que las niñas supervivientes de explotación sexual y laboral tengan acceso a los servicios esenciales, incluyendo la atención sanitaria y una vivienda adecuada. El Ministerio de Justicia debería garantizar el acceso a la justicia y a la asistencia jurídica.
  • Fortalecer el Instituto de Bienestar Social e Investigación de Haití y otras entidades pertinentes, como la Brigada de Protección de la Infancia de la Policía, para que apliquen el protocolo de transferencia de menores vinculados con los grupos criminales a las entidades civiles, y establezcan de forma efectiva los programas y medidas necesarios y complementarios para cumplir sus mandatos.
  • Garantizar que los menores de edad que han sido víctimas tengan acceso a la justicia y a reparaciones. Con el apoyo internacional, incluyendo de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el gobierno debería crear unidades judiciales especializadas para investigar y perseguir delitos graves, entre otros, la utilización y el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes.
  • Priorizar a la reactivación del sistema de justicia de menores de Haití, basándose en la Convención sobre los Derechos del Niño, y garantizar que el arresto, la detención y el encarcelamiento sean medidas de último recurso, utilizadas sólo durante el periodo más breve posible y sujetas a revisión periódica.
  • Garantizar que el centro de detención de menores ofrezca servicios exclusivos para niños, niñas y adolescentes.

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