Los medios de comunicación independientes son una función vital en una democracia. A través de noticias independientes, la gente puede acceder a la información, tomar decisiones políticas con conocimiento de causa y pedir cuentas a los dirigentes cuando algo va mal.
Por eso nunca es buena señal que un gobierno empiece a atacar la libertad de los medios de comunicación. Por ese motivo, Hungría lleva años en nuestro radar.
Durante más de una década, el gobierno de Viktor Orbán ha socavado repetidamente la capacidad de los medios de comunicación para producir una cobertura informativa justa, imparcial y equilibrada para sus ciudadanos. Esto ha tenido un efecto devastador en la capacidad de los húngaros para pedir cuentas a su gobierno por los abusos cometidos.
El primer paso del plan de Orbán fue politizar y llenar el organismo regulador de los medios de comunicación de leales al partido gobernante. A continuación, la radiotelevisión pública del país se convirtió en portavoz del gobierno, garantizando que todo el personal siguiera la narrativa del gobierno y despidiendo a quienes se resistieran, una medida que el partido gobernante de Orbán, Fidesz, ya había tomado en 2010.
Mediante la creación de una fundación dirigida por el gobierno, el partido gobernante controla ahora casi 500 medios de comunicación privados favorables a Orbán. Esta concentración de medios privados socava el auténtico pluralismo de los medios, distorsiona el mercado y dificulta el acceso de los ciudadanos a la información independiente.
El gobierno húngaro tampoco ha cejado en su empeño de crear un espacio hostil para los medios de comunicación independientes. Además del cierre forzoso o la absorción de varios importantes medios independientes, se ha encargado de dificultar cada vez más el trabajo de los periodistas, impidiendo el acceso a la información y las fuentes oficiales. A menudo se ignoran las preguntas de los periodistas independientes, otro gran obstáculo para informar con eficacia.
Pero eso no es todo: Orban se aseguró de que los periodistas que aún intentan informar de forma crítica sobre el gobierno operen en un clima de miedo e intimidación. Muchos dijeron a HRW que habían sido atacados con el programa espía Pegasus y se enfrentan regularmente a campañas de difamación.
Todo esto hace casi imposible que alguien informe de forma crítica sobre las acciones y políticas del gobierno en Hungría.
Este mayor control sobre el mercado de los medios de comunicación forma parte de un ataque más amplio contra el Estado de derecho en Hungría. Esto incluye los esfuerzos para socavar la independencia judicial y la captura estatal de las instituciones públicas - los mismos ataques que hacen que el papel de vigilancia de los medios de comunicación sea aún más esencial.
No somos los únicos que planteamos estas preocupaciones: la UE ya ha congelado los fondos destinados a Hungría, presionando al gobierno para que aborde una larga lista de problemas relacionados con el Estado de Derecho, como la independencia judicial o la lucha contra la corrupción.
Hay otras medidas muy concretas y urgentes que las instituciones de la UE deberían tomar para responder a estos ataques contra los medios de comunicación, en este contexto de desmantelamiento más amplio del Estado de Derecho en Hungría; todas ellas se exponen en nuestro nuevo informe. El debilitamiento sistemático de la libertad de prensa es una violación de los valores fundamentales de la UE. Detenerlo debe ser una prioridad.