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Un almacén médico destruido en Nyala, capital de la provincia de Darfur del Sur, Sudán, 2 de mayo de 2023. © 2023 AFP via Getty Images

Ninguna guerra puede reducirse a unas cuantas palabras.

Pero hoy, cuando se cumple un año del conflicto en Sudán, vamos a intentar simplificar la situación destacando los cuatro actores clave implicados en la horrible tragedia que se ha estado desarrollando.

Los dos primeros son las principales partes beligerantes, que en el último año han cometido una atrocidad tras otra: las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).

Las SAF han asesinado deliberadamente a civiles. Han llevado a cabo ataques aéreos dirigidos deliberadamente contra infraestructuras civiles, incluidos hospitales. Las SAF han reclutado a niños como combatientes y han impedido repetidamente que la ayuda humanitaria llegue a quienes la necesitan.

Por otro lado, las FDR y sus milicias aliadas han llevado a cabo matanzas generalizadas de civiles, muchos de ellos por motivos étnicos, como en Darfur Occidental. Las RSF también han cometido actos de violencia sexual y saqueos generalizados. También han reclutado a niños y han obstaculizado la ayuda humanitaria, incluso mediante saqueos masivos.

El tercero de nuestros cuatro grupos de personas implicadas en el conflicto de Sudán son las víctimas de los dos primeros, los millones de personas atrapadas en la horrible violencia de las SAF y las RSF.

Además de los miles de víctimas de abusos y asesinatos, el conflicto ha obligado a 8,5 millones de personas a abandonar sus hogares.

Aproximadamente una quinta parte de ellas han huido a países vecinos. Los millones que permanecen en el país convierten a Sudán en la mayor crisis de desplazamiento interno del mundo.

Unos 25 millones de personas -lo que equivale aproximadamente a la mitad de la población de Sudán- dependen ahora de suministros alimentarios de emergencia. Cinco millones podrían correr el riesgo de morir de hambre en los próximos meses.

Esto nos lleva al cuarto y último actor en la tragedia de Sudán: la comunidad internacional.

Como ya hemos comentado aquí en varias ocasiones a lo largo del año pasado, el mundo exterior no ha tratado la crisis de Sudán con la urgencia que requiere. Han sonado las alarmas, pero la respuesta ha sido un silencio espectacular.

Hoy podría producirse un cambio en el enfoque mundial. Los líderes mundiales y regionales se reúnen en París para centrar la atención en Sudán. Presionarán para que se ponga fin a los combates y, con suerte, para que se produzca un impulso masivo y muy necesario en la financiación mundial de la acción humanitaria.

La conferencia de París también debe dejar claro que los responsables de las atrocidades cometidas en Sudán tendrán que rendir cuentas. En particular, deberían anunciar medidas concretas contra quienes obstruyen deliberadamente la ayuda. Hacer llegar la ayuda a quienes la necesitan debe incluir disuadir a las partes beligerantes de bloquearla y robarla.

Hoy hace un año que Sudán empezó a desmoronarse.

De los cuatro actores implicados, sabemos lo que ha ocurrido con los tres primeros. Necesitamos ver mucho más del cuarto.

 

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