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Los peregrinos utilizan sombrillas para protegerse del sol a su llegada a la base del monte Arafat, también conocido como Yabal al-Rahma o Monte de la Misericordia, durante la peregrinación anual del hajj, el 15 de junio de 2024. © 2024 Fadel Senna/AFP via Getty Images

Mientras los efectos del calentamiento global se hacen cada vez más evidentes, el calor ha acaparado estos días los titulares de todo el mundo como nunca antes.

En Arabia Saudí han muerto este mes más de 1.300 personas durante la peregrinación anual del Hajj a La Meca. El estrés por calor ha sido uno de los principales factores que han contribuido a la cifra de muertos, con temperaturas que superan los 50 grados Celsius (122 grados Fahrenheit). 

En todo EE.UU., unos 65 millones de personas están en alerta por calor, ya que otra "bolsa de calor" ha hecho que en algunos lugares las temperaturas superen también los 50ºC (122ºF). Las olas de calor son más mortíferas que los huracanes, las inundaciones y los tornados juntos en EE.UU., y las muertes relacionadas con el calor han ido en aumento, con más de 2.300 en 2023.

En ambos lugares -Arabia Saudí y EE.UU.- los daños humanos se han agravado porque las autoridades no han realizado los preparativos adecuados o se han negado a abordar los problemas sociales de hace mucho tiempo, ignorando que algunas personas son más vulnerables que otras a los problemas de salud relacionados con el calor. 

En otras palabras, los peligros mortales eran previsibles y evitables, si los gobiernos hubieran actuado a tiempo y considerado salvar vidas como su prioridad.

En muchos sentidos, ocurre lo mismo con el calentamiento global en su conjunto. Se conoce el problema y se sabe lo que hay que hacer para salvar vidas, pero los gobiernos no actúan.

Repasemos la ciencia. Las temperaturas globales han ido aumentando porque los seres humanos hemos estado vertiendo demasiados gases de efecto invernadero en la atmósfera, en particular dióxido de carbono procedente de la quema de combustibles fósiles.

El petróleo, el gas y el carbón han estado ahí, reteniendo carbono en el suelo durante millones de años. Entonces llegamos nosotros, los extrajimos y los quemamos, liberando ese carbono en forma de dióxido de carbono a la atmósfera.

El resultado es que, en los últimos diez años, el planeta ha estado 1,2 grados centígrados más caliente que en el siglo XIX, antes de la era industrial. Es la década más calurosa de la que se tiene constancia. Y 2023 fue el peor año de la historia, con una temperatura media global cercana a la superficie que alcanzó 1,45 grados centígrados por encima del nivel preindustrial. 

En el Acuerdo de París de 2015, los gobiernos se propusieron limitar el calentamiento a 1,5 grados. La gran mayoría de los científicos del clima dicen ahora que este objetivo no se cumplirá, y que es más probable un aumento de 2,5 grados centígrados, o peor.

En resumen, los seres humanos hemos estado calentando el planeta y no estamos cumpliendo los objetivos internacionales para intentar controlar la situación o, al menos, hacer que los impactos sean más manejables o, como mínimo, un poco menos distópicos.

Los gobiernos deben comprometerse a eliminar rápidamente la extracción y el uso de combustibles fósiles. En concreto, esto significa detener la autorización de todos los nuevos proyectos de combustibles fósiles y poner fin a las subvenciones gubernamentales y a la financiación internacional para el desarrollo del petróleo, el gas y el carbón.

Seamos claros: no se trata de "salvar el planeta"; se trata de salvarnos. Necesitamos un planeta habitable para los seres humanos. Esto significa que nuestras autoridades tomen decisiones, a nivel local y global, que den prioridad a las vidas humanas: en Arabia Saudí, en Estados Unidos y en todo el mundo.

 

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