La represión en Rusia bajo Vladimir Putin... ¿Por dónde empezar?
Una cosa es segura: no empezó con la invasión a gran escala y plagada de atrocidades de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022. El respeto por las libertades fundamentales en Rusia se había estado deteriorando durante al menos una década antes de eso. Sin embargo, la guerra sin duda lo aceleró.
Un nuevo informe de 205 páginas detalla una oleada tras otra de leyes y políticas represivas que el gobierno de Putin ha adoptado desde 2020. La lista de medidas es larga y multifacética, pero todas tienen esencialmente el mismo propósito: facultar al Kremlin para suprimir la disidencia interna y tratar de inmovilizar y eliminar a los grupos activistas.
Elige una libertad fundamental, y puedes apostar a que las autoridades la han atacado, restringido o borrado por completo: libertad de expresión, libertad de asociación, derecho de reunión pacífica, etcétera.
El Kremlin también ha impuesto al público un estricto conjunto de ideas sociales, históricas y políticas. No se permiten variaciones públicas ni preguntas. Hay una forma aceptada de pensar y hablar sobre las personas LGBT, por ejemplo: la forma odiosa del Kremlin.
Hay una sola manera aceptada de hablar de la Segunda Guerra Mundial: la manera del Kremlin, una visión que excluye la crítica de la conducta del Ejército Rojo soviético, entre otras cosas, en su lucha contra la Alemania nazi.
Y sólo hay una forma de hablar de la invasión de Ucrania: la del Kremlin. No lo llames guerra, ni invasión. No llames ocupadas a las zonas ocupadas. Y, por supuesto, no menciones las atrocidades de las fuerzas rusas en Ucrania.
El debate independiente sobre una amplia gama de cuestiones simplemente no puede tener lugar abiertamente. Tienes la libertad de repetir la propaganda y obedecer a las autoridades, lo que, por supuesto, no es ninguna libertad.
No estamos hablando aquí de una especie de "corrección política" en la que una persona puede ser marginada socialmente o "cancelada" si dice lo incorrecto. Las sanciones penales y administrativas son cada vez más severas, y cientos de personas han sido encarceladas en Rusia en virtud de estas leyes. Muchos disidentes, periodistas y activistas se han exiliado.
Si hay un rayo de luz en esta oscura historia es el de los defensores de los derechos humanos, activistas, abogados, grupos independientes y medios de comunicación que persisten, aunque sea en el exilio. Como dice mi colega y experta Rachel Denber: "Dan esperanza para la eventual transformación de Rusia a un país comprometido con la protección de los derechos fundamentales".
