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Miles de manifestantes a favor de la democracia protestan frente a la Puerta de la Paz Celestial en la plaza de Tiananmen, Pekín, China, 17 de mayo de 1989. © 1989 Sadayuki Mikami/AP Photo

“La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”.

La observación del novelista Milan Kundera se refería inicialmente a la situación en la Checoslovaquia comunista, donde los políticos que caían en desgracia con el partido gobernante eran borrados de las fotografías antiguas. A partir de entonces, el verdadero registro histórico sólo existía en la memoria de los individuos.

En el 35 aniversario de la masacre de Tiananmen en China, la lucha entre la memoria y el olvido se cierne sobre nosotros.

En primer lugar, recordemos lo que ocurrió. En la primavera de 1989, hubo concentraciones pacíficas de estudiantes, trabajadores y otras personas en la plaza de Tiananmen de Pekín y en otras ciudades chinas. La gente pedía libertad de expresión, responsabilidad y el fin de la corrupción.

El gobierno respondió a las crecientes protestas declarando una ley marcial y, los días 3 y 4 de junio, los militares abrieron fuego y mataron a un número incalculable de manifestantes pacíficos y transeúntes.

Tras las matanzas, el gobierno emprendió una represión masiva y detuvo a miles de personas. El gobierno nunca ha aceptado la responsabilidad de la matanza ni ha exigido responsabilidades legales a ningún funcionario. Ni investigaciones, ni listas con los nombres de los muertos. Nada.

El Partido Comunista en el poder ha pasado las últimas tres décadas y media intentando silenciar toda mención de la masacre. Suprimen cualquier atisbo de debate o conmemoración tanto en China como en Hong Kong, pero los que recuerdan siguen oponiéndose.

En abril de este año, Xu Guang, líder estudiantil de 1989, fue condenado a cuatro años de prisión por "causar pleitos y provocar problemas" después de que en 2022 exigiera al gobierno chino que reconociera la masacre de Tiananmen. Al parecer, Xu fue torturado durante su detención.

En las últimas semanas, las autoridades han intensificado la vigilancia policial de familiares de víctimas de la masacre y de otras personas relacionadas con el movimiento democrático de 1989. Algunos activistas han sido sacados por la fuerza de sus casas.

La semana pasada, la policía de Hong Kong detuvo a siete personas por publicaciones supuestamente "sediciosas" sobre una "próxima fecha sensible".

Las amenazas y la violencia del régimen contra quienes recuerdan dejan claro que los sucesos de hace 35 años mantienen hoy una gran relevancia. Y cuanto más intentan las autoridades chinas suprimir la memoria, más demuestran lo asustadas que están de su poder.

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