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Más dinero, más delitos

Boletín informativo, 16 de septiembre de 2024

El Secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, saluda a miembros del personal en la Embajada de EE.UU. en El Cairo, Egipto, 26 de mayo de 2021. © 2021 Alex Brandon/AP Photo

El pueblo egipcio está sufriendo una brutal represión por parte de las autoridades. El país vive una de sus peores crisis de derechos humanos en muchas décadas. Miles de críticos, periodistas, activistas pacíficos y defensores de los derechos humanos han sido encarcelados en condiciones terribles. La tortura es habitual.

Washington considera que todo esto es perfectamente aceptable.

La administración Biden envió oficialmente un mensaje de aprobación la semana pasada, cuando anunció su decisión de renunciar a todas las condiciones de derechos humanos en la ayuda militar a Egipto.

En la actualidad, el gobierno estadounidense concede a Egipto 1.300 millones de dólares en concepto de Financiación Militar Extranjera. Aproximadamente una cuarta parte de esta cantidad, 320 millones de dólares, está sujeta a condiciones de derechos humanos impuestas por el Congreso estadounidense. Egipto tiene que cumplir ciertos requisitos en materia de derechos humanos para recibir esta parte del dinero.

Washington realiza una evaluación anual de los derechos humanos. El objetivo es comprobar si el gobierno egipcio ha dado pasos "sostenidos y efectivos" para mejorar una serie de derechos y libertades, como la protección de la libertad de expresión y asociación. En función de los resultados de esta evaluación, Estados Unidos puede retener hasta 225 millones de dólares.

Otros 95 millones de dólares están específicamente vinculados a que Egipto muestre avances en la liberación de presos políticos.

Durante los últimos tres años, la administración Biden ha reconocido, al menos parcialmente, la sombría realidad de Egipto, en la que no se han producido avances, reteniendo parte de su ayuda militar por motivos de derechos humanos.

Este es el primer año en que se concederá la totalidad del importe condicional, ignorando la actual crisis de derechos humanos en Egipto. El Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, renunció a las condiciones relativas a los derechos humanos en "interés de la seguridad nacional de Estados Unidos", según declaró un portavoz del Departamento de Estado.

El portavoz afirmó que la decisión era importante tanto para "avanzar en la paz regional" como en reconocimiento de las contribuciones de Egipto a diversas prioridades de seguridad nacional de Estados Unidos, entre ellas "finalizar un acuerdo de alto el fuego para Gaza, traer a casa a los rehenes [israelíes] y aumentar la ayuda humanitaria para los palestinos necesitados".

Muchos verán estos objetivos como meritorios en política exterior, pero no está del todo claro por qué el sufrimiento de los egipcios debe ser ignorado en el esfuerzo diplomático para poner fin a la atroz campaña militar israelí en Gaza.

Y, de hecho, Washington está cometiendo un error similar en ambas situaciones.

Transmitir el mensaje de que se tolerarán graves violaciones de los derechos humanos si se considera políticamente útil en ese momento ha demostrado ser contraproducente una y otra vez. Decir a las fuerzas militares y de seguridad que, en última instancia, sus crímenes no importan, les anima a cometer más crímenes de este tipo.

Egipto e Israel son los dos mayores receptores de ayuda militar estadounidense, y este tipo de enfoque sin principios sólo ha contribuido a alimentar nuevos abusos y atrocidades por parte de ambos gobiernos.

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